¿Quién mató a Prim? Una investigación asegura que fue el regente general Serrano y el duque de Montpensier

¿Qué me dirías si te contara que el asesinato de John Fitzgerald Kennedy se ensayó en España casi 100 años antes? ¿Y si alguien ofrece datos de cómo un jefe de Estado orquestó junto a otros el asesinato de su jefe de Gobierno? El asesinato del general Juan Prim, en 1870, es el primero de los grandes magnicidios de la historia de España y uno de los mayores misterios criminales de nuestro país. Un asesinato jamás resuelto oficialmente. Ahora una comisión creada para su esclarecimiento y capitaneada por el periodista y criminólogo Francisco Pérez Abellán ofrece los nombres de sus 12 autores materiales, y de al menos dos de sus autores intelectuales, el duque de Montpensier, Antonio de Orleáns y el general Francisco Serrano, regente de España. ¿Fuerte, no?

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La historia y los descubrimientos de esa comisión investigadora están contados en el libro 'Matar a Prim', de Francisco Pérez Abellán, que en poco más de 300 páginas desmonta una trama "tapada por los intereses de unos cuantos, la ignorancia de algunos más y la dejadez, cuando no la vaguería, de una legión de historiadores que se limitaron a copiarse unos a otros", dice Pérez Abellán.

La 'comisión Prim' se ocupó de expurgar en profundidad las miles de páginas del sumario del caso, un asesinato ocurrido en 1870, "páginas que en muchos casos permanecían inéditas y no habían sido estudiadas nunca por quienes sostenían la verdad oficial". Y también de examinar, con sofisticados medios, la momia del general Prim, en perfecto estado de conservación gracias a que el general se desangró y que estaba conservado dentro de tres ataúdes, uno de ellos de plomo. Junto a los restos del jefe de Gobierno, se estudió el coche de caballos tipo berlina en el que fue tiroteado la tarde noche del 27 de diciembre de 1870, junto a dos de sus fieles. Pero la piedra angular de la posible resolución del caso estaba en esos restos mortales, sepultados por la historia, pero respetados por el paso del tiempo. ¿Por qué?

Sin un análisis forense adecuado no se habrían descubierto las marcas del cuello del cadáver del general. "Una marcas que, sin temor a error porque no podían haber sido fruto de los ropajes ni sus pliegues, eran producto de un lazo o correa y de la presión ejercida con tal objeto para asfixiar a la víctima". O sea, el general murió asfixiado.

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La pregunta central de esta investigación, que concluye en el llamado año Prim, es quién ganaba con la muerte del general, "en aquel momento, el auténtico dueño de España porque era jefe civil del Gobierno y jefe de las fuerzas armadas como ministro del Ejército", asegura Francisco Pérez Abellán, director de la llamada 'comisión Prim'. "Ganaban muchos poderosos que querían serlo aún más, prácticamente todos los partidos, salvo el Partido Alfonsino que entonces no contaba con mucha fuerza, ni en el Parlamento ni en la calle". Lo que convierte este asesinato en un fenómeno histórico, prácticamente inédito, es que por primera vez un jefe de Estado organiza un complot para acabar con la vida de su jefe de Gobierno.

Una pregunta queda resuelta solo parcialmente. ¿Por qué exculpamos de participar en el complot a los alfonsinos que devolvieron el trono a los borbones? "Cánovas era, por naturaleza y por convicciones personales y religiosas, incapaz de participar en un crimen de Estado de esa naturaleza. Además, en ese momento político era muy pronto para él y para sus afines, el movimiento de restauración de Alfonso XII era un embrión, no tenía fuerza ni aspiraciones".



Pero al grano. A Prim, sostiene el Pérez Abellán, "le mataron dos veces. Una, en la emboscada de la calle del Turco de Madrid, tras salir del Congreso de los Diputados, cuando le acribillaron a trabucazos. Y otra después, cuando en su propia cama, una mano homicida le mató asfixiándole con una correa". Aquel atentado se produjo el 27 de diciembre de 1870. La versión oficial señala que Prim moriría tres días después porque se le infectaron las heridas. "Una versión ridícula y una mentira de un tamaño colosal", concluye el investigador.

Según el autor, "Prim llegó a su casa unos minutos después de ser tiroteado, casi desangrado, con nueve impactos de bala, un agujero en el hombro izquierdo de 6 centímetros de diámetro, la mano atravesada por un balazo, sin dedo índice y con el codo del mismo brazo destrozado. Eran heridas de muerte porque nadie se ocupó de tratarlas para salvarle la vida. Se limitaron a 'limpiar la heridas' y lo dejaron morir. Hasta que alguien decidió acabar de una vez para eliminar el engorro. Probablemente le mataron ese mismo día, en horas. Y engañaron al pueblo y a los poderes que permanecían ignorantes", dice el periodista, profesor y criminólogo.

¿Por qué nadie pagó en prisión aquel magnicidio? ¿Por qué nunca se estudió el sumario en profundidad? El caso se cerró en falso unos años después de los hechos, cuando Alfonso XII se casó con la hija de uno de los principales culpables de aquello, según esta investigación, el duque de Montpensier, Antonio de Orleáns. Solo los avances tecnológicos del siglo XXI y el empeño de un grupo de investigadores por descubrir la verdad han hecho posible que este crimen se haya resuelto finalmente.


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Aquella emboscada de la calle del Turco solo era una pieza del engranaje perfecto del golpe de Estado, "minucioso y calculado por al menos dos hombres de poder que querían más poder: Montpensier y Serrano. "El primero financió el golpe, el segundo urdió el engaño posterior", según el autor del libro. Si fallaba aquella trampa mortal, con dos carruajes taponando la entrada y la salida de la calle del Turco y dejando a Prim y sus acompañantes aislados y a merced de doce sicarios, al menos otra veintena de ellos esperaban en la calle Barquillo y en un tercer emplazamiento al pie del restaurante al que posiblemente iría a cenar aquella noche el político". Asegura Pérez Abellán, para quien "Prim estaba sentenciado mucho antes, cuando dijo que mientras él viviera los borbones no volverían a España". Él, que había buscado un rey para España como Amadeo de Saboya.

En vísperas del bicentenario del nacimiento de Prim, que se cumple este 2014, se formó la Comisión Universitaria Prim de investigación que intentó esclarecer todos los extremos del magnicidio que cambió el rumbo de la Historia de España. Pendientes quedan algunos papales secundarios de la trama. El primero, el republicano radical José Paúl y Angulo, encargado de buscar y contratar a los sicarios que asaltaron la berlina del general Prim. Nunca fue a prisión y murió exiliado en París. Pero también otros hombres ilustres, como Sagasta, por ejemplo, ministro de Gobernación -hoy Interior- que nunca contó nada de aquellos días y que "no protegió adecuadamente al general", según el investigador.

Hasta el momento presente los resultados de tan novedosa investigación tienen que luchar, todavía hoy, contra el empeño de sociedades secretas, que han intentado acabar con el sumario judicial, borrando y destruyendo sus páginas. Y también de "algunas asociaciones folklóricas de exaltación de la falsedad histórica, que pretenden dejar las cosas como estaban, como si no hubiera pasado nada; historiadores incapaces de consultar documentos de la época; escritores que recrean en la ficción la mentira urdida para maquillar el crimen y políticos que se resisten a aceptar la verdadera figura de Prim como el más valeroso de nuestros soldados y un patriota que llevó a sus voluntarios a morir por la bandera de la patria", dice Pérez Abellán.

'Matar a Prim' está publicado por editorial Planeta.


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Interesante el tema.

Esto me aprender mas sobre la mente humana de lo que es capaz de hacer cualquiera para quitarse a alguien de en medio, ya sea en la época que sea.

Como siempre el poder va ligado a la muerte y los complot.
Muy buen Artículo.