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Me dijeron que me rescindían el contrato, pero los papeles eran de una baja voluntaria
Jue 10 Jul 2014, 12:48
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Tres exalumnos de la academia de Coín investigada por los fraudes en los cursos de formación cuentan sus experiencias
El caso Edu ha explotado esta semana en la provincia de Málaga con la detención de al menos ocho personas, entre ellas dos hermanos y policías locales de Coín que gestionan Grupo Duarte Formación, una de las academias que están en el punto de mira de la Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal (UDEF) por un presunto fraude en los fondos de formación para desempleados. Fuentes del Ayuntamiento de Coín aseguraron que por ahora no se iban a tomar medidas disciplinarias contra ellos «al no haber una vinculación laboral extraña» entre el caso investigado y el cuerpo. Las mismas fuentes añadieron que uno de ellos está en excedencia desde hace 13 años y que el otro pidió el reingreso en febrero tras cuatro años fuera del cuerpo.
Aunque los responsables de la academia declinaron ayer realizar cualquier tipo de declaración, La Opinión de Málaga logró localizar a tres alumnos a los que no les ha sorprendido demasiado la intervención policial. Sobre todo a uno de ellos que dice que su testimonio sirvió hace mes y medio a los investigadores para apuntalar sus pesquisas. Bajo la condición de anonimato, este joven asegura que su relación con la academia comenzó en febrero de 2011, cuando empezó un curso de programador con un compromiso de contratación del 70%. «Una vez completado el curso tuve que insistir mucho para que me cumplieran con la promesa de que me contrataran», asegura.
El primer problema, según explica, es que por la mañana tenía que trabajar como programador en la academia y por la tarde como comercial vendiendo cursos de formación a empresas subvencionadas. «Me contrataron para seis meses, pero a partir del tercero me dijeron que no tenían dinero para pagarme. Yo les propuse dejar de hacer las labores de comercial y me dijeron que no, pero en una segunda entrevista accedieron», abunda. Entre una cosa y otra, el joven asegura que le proponen rescindir el contrato. «Yo me moví y descubrí que los papeles que querían que firmara eran de una baja voluntaria sin derecho a indemnización ni paro», añade. No firmó. Se buscó un abogado laboralista a través de un familiar que medió y llegaron a un acuerdo que no evitó enormes retrasos de hasta cuatro meses en el cobro de las nóminas –«mayo lo cobré a finales de agosto»– y una advertencia: «Me dijeron que si ellos querían yo no trabajaría más en Málaga».
La experiencia de otro desempleado que también acudió a la academia tampoco fue positiva. Este joven, que hizo un curso de auxiliar administrativo en 2010 con el mismo porcentaje de contratación, consiguió que le contrataran durante nueve meses como administrativo. «El primer mes estuve trabajé en la academia haciendo labores de secretario, pero me derivaron a la nave de un polígono en labores de limpieza», recuerda. En este caso, el joven asegura que aguantó porque le interesaba trabajar, pero a los pocos meses llegaron los problemas para cobrar los 400 euros de nómina por media jornada. «Siempre decían que la culpa era de la Junta de Andalucía», señala antes de cuestionar, al igual que el anterior testimonio, la red clientelar de la que se habla en los medios de comunicación: «Por lo que sé no son precisamente socialistas».
Para un tercer usuario, su paso por la academia no fue tan traumático como los casos anteriores, pero insiste en la poca utilidad de la misma. «Yo venía del sector de la construcción y entré con las expectativas de poder introducirme en un sector nuevo como el de la programación. Desde el principio nos dijeron que tras nueve o diez meses de curso haríamos prácticas en empresas, pero eso nunca pasó. Nos iban dando largas diciendo que no surgían ofertas, pero la insistencia de tres o cuatro como yo hizo que nos dieran un trabajo como nos prometieron y cumplir con el compromiso de contratación», recuerda. Aunque aprendió cosas, a este vecino de Coín le resultaba muy raro que las asignaturas fueran tan superficiales y que las tecnologías de programación estuvieran ya obsoletas. «Yo trabajé en una plataforma para elaborar cursos online buscando contenidos en internet, pero entonces me salió la posibilidad de hacer una sustitución y me marché», sostiene antes de afirmar que no repetiría la experiencia de perder tantos meses para nada.
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Tres exalumnos de la academia de Coín investigada por los fraudes en los cursos de formación cuentan sus experiencias
El caso Edu ha explotado esta semana en la provincia de Málaga con la detención de al menos ocho personas, entre ellas dos hermanos y policías locales de Coín que gestionan Grupo Duarte Formación, una de las academias que están en el punto de mira de la Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal (UDEF) por un presunto fraude en los fondos de formación para desempleados. Fuentes del Ayuntamiento de Coín aseguraron que por ahora no se iban a tomar medidas disciplinarias contra ellos «al no haber una vinculación laboral extraña» entre el caso investigado y el cuerpo. Las mismas fuentes añadieron que uno de ellos está en excedencia desde hace 13 años y que el otro pidió el reingreso en febrero tras cuatro años fuera del cuerpo.
Aunque los responsables de la academia declinaron ayer realizar cualquier tipo de declaración, La Opinión de Málaga logró localizar a tres alumnos a los que no les ha sorprendido demasiado la intervención policial. Sobre todo a uno de ellos que dice que su testimonio sirvió hace mes y medio a los investigadores para apuntalar sus pesquisas. Bajo la condición de anonimato, este joven asegura que su relación con la academia comenzó en febrero de 2011, cuando empezó un curso de programador con un compromiso de contratación del 70%. «Una vez completado el curso tuve que insistir mucho para que me cumplieran con la promesa de que me contrataran», asegura.
El primer problema, según explica, es que por la mañana tenía que trabajar como programador en la academia y por la tarde como comercial vendiendo cursos de formación a empresas subvencionadas. «Me contrataron para seis meses, pero a partir del tercero me dijeron que no tenían dinero para pagarme. Yo les propuse dejar de hacer las labores de comercial y me dijeron que no, pero en una segunda entrevista accedieron», abunda. Entre una cosa y otra, el joven asegura que le proponen rescindir el contrato. «Yo me moví y descubrí que los papeles que querían que firmara eran de una baja voluntaria sin derecho a indemnización ni paro», añade. No firmó. Se buscó un abogado laboralista a través de un familiar que medió y llegaron a un acuerdo que no evitó enormes retrasos de hasta cuatro meses en el cobro de las nóminas –«mayo lo cobré a finales de agosto»– y una advertencia: «Me dijeron que si ellos querían yo no trabajaría más en Málaga».
La experiencia de otro desempleado que también acudió a la academia tampoco fue positiva. Este joven, que hizo un curso de auxiliar administrativo en 2010 con el mismo porcentaje de contratación, consiguió que le contrataran durante nueve meses como administrativo. «El primer mes estuve trabajé en la academia haciendo labores de secretario, pero me derivaron a la nave de un polígono en labores de limpieza», recuerda. En este caso, el joven asegura que aguantó porque le interesaba trabajar, pero a los pocos meses llegaron los problemas para cobrar los 400 euros de nómina por media jornada. «Siempre decían que la culpa era de la Junta de Andalucía», señala antes de cuestionar, al igual que el anterior testimonio, la red clientelar de la que se habla en los medios de comunicación: «Por lo que sé no son precisamente socialistas».
Para un tercer usuario, su paso por la academia no fue tan traumático como los casos anteriores, pero insiste en la poca utilidad de la misma. «Yo venía del sector de la construcción y entré con las expectativas de poder introducirme en un sector nuevo como el de la programación. Desde el principio nos dijeron que tras nueve o diez meses de curso haríamos prácticas en empresas, pero eso nunca pasó. Nos iban dando largas diciendo que no surgían ofertas, pero la insistencia de tres o cuatro como yo hizo que nos dieran un trabajo como nos prometieron y cumplir con el compromiso de contratación», recuerda. Aunque aprendió cosas, a este vecino de Coín le resultaba muy raro que las asignaturas fueran tan superficiales y que las tecnologías de programación estuvieran ya obsoletas. «Yo trabajé en una plataforma para elaborar cursos online buscando contenidos en internet, pero entonces me salió la posibilidad de hacer una sustitución y me marché», sostiene antes de afirmar que no repetiría la experiencia de perder tantos meses para nada.
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