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Perros escolta en el mundo de la Seguridad Privada.
Jue 03 Ene 2019, 17:26
Octavio Villazala.
Cuando el hombre encontró al perro, descubrió ciertas aptitudes y cualidades para realizar distintas labores, entre ellas, la guarda y defensa del territorio y de la familia frente a posibles peligros.
Desde ese momento comprendió que el cánido sería un gran aliado en el área de la protección de recursos, destacando su fuerte temperamento junto a su valentía y destreza en el arte de la seguridad y la defensa.
Encontramos en él un gran compañero de viaje, un excelente guardián y un noble protector con los suyos, con cierta desconfianza hacia los extraños, característica esencial para poder desarrollar tareas de perro de seguridad.
Quizás no seamos conscientes de las ventajas de tener un acompañante canino en el campo de la seguridad privada, puesto que un perro no es simplemente un compañero de trabajo, sino que agudizando sus instintos podemos llevar a cabo tareas que sin él no seríamos capaces de realizar. Puesto que los cánidos tienen sus sentidos más desarrollados que nosotros, no somos ni seremos capaces de seguir un rastro a kilómetros, ni de escuchar unos pasos discriminando otros estímulos auditivos a la vez, ni de ver en la noche. Los necesitamos en el mundo de la seguridad privada, porque un perro detecta con antelación los peligros y puede avisarnos realizando tareas de vigilancia, además de protegernos y defendernos.
Para poder trabajar con perros en este sector, necesitamos encontrar un ejemplar que tenga ciertas aptitudes, no todos son adecuados.
Inicialmente, debemos informarnos de las razas más propicias para desarrollar las labores de vigilancia, guarda y defensa. Se utilizan sobre todo razas de perros como el pastor alemán y el pastor belga Malinois; también podemos encontrar al rottweiler, el boxer y el schnauzer gigante realizando estas tareas. Lo que tienen en común todas ellas es su gran temperamento, su inteligencia y su alto impulso e instinto de caza, de presa y de defensa, esenciales para poder desarrollar el trabajo de seguridad adecuadamente.
En el momento en el que hemos decidido la raza de perro con la que queremos trabajar, debemos informarnos de su crianza, es decir, de los orígenes genéticos (genotipo) y del ambiente (fenotipo) que haya experimentado el cachorro. Cuando ya hemos valorado la línea genética del perro, debemos escoger al cachorro adecuado, valorando su temperamento y sus futuras aptitudes para el trabajo. De todas maneras, esta información no es definitiva, puesto que el buen manejo a posteriori del cachorro será la clave final que nos dirá si el can que hemos adquirido se convertirá en un perro equilibrado y seguro de sí mismo, es decir, en un gran compañero de trabajo en la seguridad privada.
Formación del guía.
Debemos obtener un perro apropiado para cada guía. Entre perro y guía tiene que haber una conexión para poder trabajar adecuadamente. Un buen guía ha de ser una persona equilibrada y tranquila, que en ningún momento debe perder la templanza y que tendrá delicadeza a la hora de trabajar con perros distintos en diferentes labores, sabiendo que estos, a pesar de tener todos unas características comunes, poseen rasgos individuales. Además, tiene que esforzarse por adquirir conocimientos respecto al manejo y lenguaje canino, con el fin de obtener los mejores resultados en la labor de vigilancia, protección y escolta.
Estos conocimientos caninos se adquieren mediante cursos o seminarios impartidos por docentes cualificados, con la acreditación correspondiente de la comunidad autónoma o del Estado, con un número de adiestrador determinado y que dispongan de un centro canino homologado con su número de núcleo zoológico para impartir las clases tanto teóricas como prácticas. Estos cursos tienen como objetivo la formación de vigilantes de seguridad privada para obtener su certificado oficial como guías de perro adiestrados en esta labor.
Todos aquellos vigilantes que deseen trabajar como guías caninos, deben aprobar unos exámenes teórico-prácticos coordinados por docentes y por la Administración Pública, quien en su defecto comprueba e inspecciona todos los cursos. Podemos ver que muchas de estas formaciones están subvencionadas por instituciones públicas y diversos sindicatos de la seguridad privada.
Es recomendable realizar cursos de reciclaje con el fin de estar al día en las últimas técnicas de educación canina.El temario que se imparte consiste en comprender la teoría del aprendizaje del perro para saber moldear el comportamiento que deseamos de cara a desempeñar nuestras funciones en el trabajo; lo podemos ver en la parte teórica del curso. La práctica se desarrolla con diversos perros entrenados para las labores de vigilancia y seguridad privada.
Este tipo de clases intenta reflejar el día a día de los empleados de seguridad: la ronda, el cacheo, la búsqueda y la persecución del intruso. El objetivo es enseñarle al guía las pautas a seguir y el manejo en caso de detectar y detener un delincuente, mostrándole cómo reaccionará el perro en esa situación y cómo debe gestionarla el guía.
Además de simular situaciones reales, acompañaremos estos ejercicios con diversas señales de comunicación y control, como la llamada, el sentado, acostado, quieto, al paso, etc. También se enseñan otras señales complementarias para realizar adecuadamente las tareas de vigilancia y seguridad; como el “Delante”, con la cual le indicamos al perro que debe avanzar hacia delante en la intimidación del delincuente o incluso para su detención.
Otra de las señales específicas para el servicio es el “Busca” (búsqueda). Se le indicará al perro en caso de que sospechemos que el intruso está en algún lugar escondido u oscuro para que busque en el lugar indicado ayudado por su olfato y oído. Una vez detectado el delincuente, avisará tan solo ladrando, sin agredir, hasta la llegada de su guía. En caso de que el sujeto se moviera con la intención de agredirnos, nuestro compañero lo paralizaría; tengamos en cuenta que el perro de seguridad no se utiliza como arma, sino como un instrumento disuasorio, de alerta y, por último, como elemento paralizador.
La señal de “Ladra” se emplea en casos de intimidación para paralizar o hacer desistir al sujeto extraño en su acto. En casi la totalidad de las ocasiones, esta orden hace que no tengamos que emplear otra más contundente.
Como complemento, podemos enseñar la señal “Hop” (saltar). Un buen perro de seguridad estará ágil y atento, ya que tendrá que enfrentarse a situaciones donde los obstáculos pueden entorpecer su marcha.
Y por último, pero no por ello menos importante, está la señal de “Quieto”. Una orden esencial en el manejo del perro, puesto que podemos realizar este ejercicio de diversas maneras: quieto en pie, quieto sentado o quieto echado, dependiendo de la situación. Un quieto en pie se realizará con el fin de pasar desapercibidos, sin hacer ruido, para no ser descubiertos. Tanto el quieto sentado como el echado lo llevaremos a cabo en situaciones de detención del delincuente o cacheo; el perro debe permanecer en alerta, vigilante, pero en posición de “quieto” hasta que el guía le dé una contraseñal.
A la hora de poner un perro de seguridad en su nuevo puesto de trabajo, debemos tener en cuenta varios factores. Por una parte, tenemos que realizar “el pase de manos del cánido” a su nuevo guía. Durante una semana, el vigilante trabajará con el perro asesorado por el educador/instructor canino, para llevar a cabo el correcto manejo y establecer las rutinas de trabajo adecuadas, realizando simulacros programados para valorar la efectividad del perro y del guía como equipo.
Durante la semana de habituación guía-perro, el vigilante se encargará del cuidado y manejo del mismo, puesto que es esencial crear un vínculo afectivo entre ambos para que el perro tenga la necesidad de defender y proteger a su guía.
Ventajas para el vigilante.
Como conclusión final, querría explicar en qué nos beneficia tener un compañero canino en el trabajo de la seguridad privada.La principal ventaja es la protección del vigilante, puesto que entre este, el perro y el posible delincuente o intruso existe lo que se denomina la distancia de seguridad, que se mide en función de los metros de los que disponga la correa del perro y los existentes entre el cánido y el delincuente. De esta forma, si el intruso quiere aproximarse al vigilante, deberá enfrentarse al perro, por lo que nuestro compañero canino sirve de elemento disuasorio, sin llegar a un enfrentamiento directo con el delincuente. En el caso hipotético de que el intruso intentase agredir al guía canino, el perro reaccionaría al instante paralizando al agresor e, inmediatamente después, el vigilante podría dar paso al protocolo de detención del mismo.
Otra razón más que suficiente para compartir el trabajo de seguridad con un perro es que nos avisa con antelación la proximidad de un peligro, dándonos el tiempo necesario para prepararnos y poder gestionar la situación adecuadamente.
Entre todas estas ventajas existe una especialmente, que es la seguridad que aporta tener un compañero “escolta”, que te protege, que te respeta, que confía en ti, que comparte el día a día contigo, que da la vida por ti. Un perro escolta aporta todo aquello que necesitamos en la labor de vigilancia, guarda y defensa, además de serenidad, templanza y lealtad, rasgos esenciales de un compañero perfecto.
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Cuando el hombre encontró al perro, descubrió ciertas aptitudes y cualidades para realizar distintas labores, entre ellas, la guarda y defensa del territorio y de la familia frente a posibles peligros.
Desde ese momento comprendió que el cánido sería un gran aliado en el área de la protección de recursos, destacando su fuerte temperamento junto a su valentía y destreza en el arte de la seguridad y la defensa.
Encontramos en él un gran compañero de viaje, un excelente guardián y un noble protector con los suyos, con cierta desconfianza hacia los extraños, característica esencial para poder desarrollar tareas de perro de seguridad.
Quizás no seamos conscientes de las ventajas de tener un acompañante canino en el campo de la seguridad privada, puesto que un perro no es simplemente un compañero de trabajo, sino que agudizando sus instintos podemos llevar a cabo tareas que sin él no seríamos capaces de realizar. Puesto que los cánidos tienen sus sentidos más desarrollados que nosotros, no somos ni seremos capaces de seguir un rastro a kilómetros, ni de escuchar unos pasos discriminando otros estímulos auditivos a la vez, ni de ver en la noche. Los necesitamos en el mundo de la seguridad privada, porque un perro detecta con antelación los peligros y puede avisarnos realizando tareas de vigilancia, además de protegernos y defendernos.
Para poder trabajar con perros en este sector, necesitamos encontrar un ejemplar que tenga ciertas aptitudes, no todos son adecuados.
Inicialmente, debemos informarnos de las razas más propicias para desarrollar las labores de vigilancia, guarda y defensa. Se utilizan sobre todo razas de perros como el pastor alemán y el pastor belga Malinois; también podemos encontrar al rottweiler, el boxer y el schnauzer gigante realizando estas tareas. Lo que tienen en común todas ellas es su gran temperamento, su inteligencia y su alto impulso e instinto de caza, de presa y de defensa, esenciales para poder desarrollar el trabajo de seguridad adecuadamente.
En el momento en el que hemos decidido la raza de perro con la que queremos trabajar, debemos informarnos de su crianza, es decir, de los orígenes genéticos (genotipo) y del ambiente (fenotipo) que haya experimentado el cachorro. Cuando ya hemos valorado la línea genética del perro, debemos escoger al cachorro adecuado, valorando su temperamento y sus futuras aptitudes para el trabajo. De todas maneras, esta información no es definitiva, puesto que el buen manejo a posteriori del cachorro será la clave final que nos dirá si el can que hemos adquirido se convertirá en un perro equilibrado y seguro de sí mismo, es decir, en un gran compañero de trabajo en la seguridad privada.
Formación del guía.
Debemos obtener un perro apropiado para cada guía. Entre perro y guía tiene que haber una conexión para poder trabajar adecuadamente. Un buen guía ha de ser una persona equilibrada y tranquila, que en ningún momento debe perder la templanza y que tendrá delicadeza a la hora de trabajar con perros distintos en diferentes labores, sabiendo que estos, a pesar de tener todos unas características comunes, poseen rasgos individuales. Además, tiene que esforzarse por adquirir conocimientos respecto al manejo y lenguaje canino, con el fin de obtener los mejores resultados en la labor de vigilancia, protección y escolta.
Estos conocimientos caninos se adquieren mediante cursos o seminarios impartidos por docentes cualificados, con la acreditación correspondiente de la comunidad autónoma o del Estado, con un número de adiestrador determinado y que dispongan de un centro canino homologado con su número de núcleo zoológico para impartir las clases tanto teóricas como prácticas. Estos cursos tienen como objetivo la formación de vigilantes de seguridad privada para obtener su certificado oficial como guías de perro adiestrados en esta labor.
Todos aquellos vigilantes que deseen trabajar como guías caninos, deben aprobar unos exámenes teórico-prácticos coordinados por docentes y por la Administración Pública, quien en su defecto comprueba e inspecciona todos los cursos. Podemos ver que muchas de estas formaciones están subvencionadas por instituciones públicas y diversos sindicatos de la seguridad privada.
Es recomendable realizar cursos de reciclaje con el fin de estar al día en las últimas técnicas de educación canina.El temario que se imparte consiste en comprender la teoría del aprendizaje del perro para saber moldear el comportamiento que deseamos de cara a desempeñar nuestras funciones en el trabajo; lo podemos ver en la parte teórica del curso. La práctica se desarrolla con diversos perros entrenados para las labores de vigilancia y seguridad privada.
Este tipo de clases intenta reflejar el día a día de los empleados de seguridad: la ronda, el cacheo, la búsqueda y la persecución del intruso. El objetivo es enseñarle al guía las pautas a seguir y el manejo en caso de detectar y detener un delincuente, mostrándole cómo reaccionará el perro en esa situación y cómo debe gestionarla el guía.
Además de simular situaciones reales, acompañaremos estos ejercicios con diversas señales de comunicación y control, como la llamada, el sentado, acostado, quieto, al paso, etc. También se enseñan otras señales complementarias para realizar adecuadamente las tareas de vigilancia y seguridad; como el “Delante”, con la cual le indicamos al perro que debe avanzar hacia delante en la intimidación del delincuente o incluso para su detención.
Otra de las señales específicas para el servicio es el “Busca” (búsqueda). Se le indicará al perro en caso de que sospechemos que el intruso está en algún lugar escondido u oscuro para que busque en el lugar indicado ayudado por su olfato y oído. Una vez detectado el delincuente, avisará tan solo ladrando, sin agredir, hasta la llegada de su guía. En caso de que el sujeto se moviera con la intención de agredirnos, nuestro compañero lo paralizaría; tengamos en cuenta que el perro de seguridad no se utiliza como arma, sino como un instrumento disuasorio, de alerta y, por último, como elemento paralizador.
La señal de “Ladra” se emplea en casos de intimidación para paralizar o hacer desistir al sujeto extraño en su acto. En casi la totalidad de las ocasiones, esta orden hace que no tengamos que emplear otra más contundente.
Como complemento, podemos enseñar la señal “Hop” (saltar). Un buen perro de seguridad estará ágil y atento, ya que tendrá que enfrentarse a situaciones donde los obstáculos pueden entorpecer su marcha.
Y por último, pero no por ello menos importante, está la señal de “Quieto”. Una orden esencial en el manejo del perro, puesto que podemos realizar este ejercicio de diversas maneras: quieto en pie, quieto sentado o quieto echado, dependiendo de la situación. Un quieto en pie se realizará con el fin de pasar desapercibidos, sin hacer ruido, para no ser descubiertos. Tanto el quieto sentado como el echado lo llevaremos a cabo en situaciones de detención del delincuente o cacheo; el perro debe permanecer en alerta, vigilante, pero en posición de “quieto” hasta que el guía le dé una contraseñal.
A la hora de poner un perro de seguridad en su nuevo puesto de trabajo, debemos tener en cuenta varios factores. Por una parte, tenemos que realizar “el pase de manos del cánido” a su nuevo guía. Durante una semana, el vigilante trabajará con el perro asesorado por el educador/instructor canino, para llevar a cabo el correcto manejo y establecer las rutinas de trabajo adecuadas, realizando simulacros programados para valorar la efectividad del perro y del guía como equipo.
Durante la semana de habituación guía-perro, el vigilante se encargará del cuidado y manejo del mismo, puesto que es esencial crear un vínculo afectivo entre ambos para que el perro tenga la necesidad de defender y proteger a su guía.
Ventajas para el vigilante.
Como conclusión final, querría explicar en qué nos beneficia tener un compañero canino en el trabajo de la seguridad privada.La principal ventaja es la protección del vigilante, puesto que entre este, el perro y el posible delincuente o intruso existe lo que se denomina la distancia de seguridad, que se mide en función de los metros de los que disponga la correa del perro y los existentes entre el cánido y el delincuente. De esta forma, si el intruso quiere aproximarse al vigilante, deberá enfrentarse al perro, por lo que nuestro compañero canino sirve de elemento disuasorio, sin llegar a un enfrentamiento directo con el delincuente. En el caso hipotético de que el intruso intentase agredir al guía canino, el perro reaccionaría al instante paralizando al agresor e, inmediatamente después, el vigilante podría dar paso al protocolo de detención del mismo.
Otra razón más que suficiente para compartir el trabajo de seguridad con un perro es que nos avisa con antelación la proximidad de un peligro, dándonos el tiempo necesario para prepararnos y poder gestionar la situación adecuadamente.
Entre todas estas ventajas existe una especialmente, que es la seguridad que aporta tener un compañero “escolta”, que te protege, que te respeta, que confía en ti, que comparte el día a día contigo, que da la vida por ti. Un perro escolta aporta todo aquello que necesitamos en la labor de vigilancia, guarda y defensa, además de serenidad, templanza y lealtad, rasgos esenciales de un compañero perfecto.
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- josepmartiAdministradorPremio por estar tantos años con nosotrosPremia la antiguedad en el foro
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Re: Perros escolta en el mundo de la Seguridad Privada.
Jue 03 Ene 2019, 20:33
Lo del perro esta muy bien pero hay una reglamentacion a tal efecto y hay que poseer el consiguiente curso , no se puede llevar un perro porque si y para protegerte, luego estan los presupuestos de las empresas , loq ue quiere pagar el cliente etc, claroq ue un buen perro seria lo suyo en todos los servicios incluyendo supermercados, pero eso no va a suceder , el precio manda, y bueno hablando de perros el pastor belga mailinois es el mejor con diferencia para estos menesteres de la seguridad al video y a loq ue me dijo mi profesor ya que yo tengo el curso de guia canino es en loq eu me baso, aqui el enlace al video del foro que colgue ayer.
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Re: Perros escolta en el mundo de la Seguridad Privada.
Mar 08 Ene 2019, 00:36
Un buen y fiel compañero y sobretodo acompañante en este mundo de la seguridad privada que en el noventa por ciento de los casos los servicios son de una sola persona y siempre será bien recibida su ayuda .
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