Un reguero de sangre en los polígonos

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. La rivalidad por el dominio del tránsito de bultos hacia el puente del Biutz está detrás de esta presunta venganza. Su control arroja suculentos beneficios.

Los disparos desatados ayer en un almacén no son aislados en el contexto de la violencia que impera, de una u otra forma, en los polígonos del Tarajal. Disparos al aire en las reyertas; extorsión a punta de pistola e, incluso, un empresario herido de bala en diciembre de 2014 son solo los hitos de una peligrosa ruleta que nadie sabe dónde hará su próxima parada.
Desde la retirada del servicio de seguridad privada en los polígonos, la situación ha degenerado hasta que, ayer, un individuo detonó un arma de fuego sobre un grupo de personas en el interior de una nave sin que nadie pudiese hacer nada para impedirlo. La demora en la contratación de esta vigilancia cumple ocho meses desde que Ciudad Autónoma y Delegación del Gobierno acordasen adoptar esta medida complementaria al servicio que prestan las fuezas de seguridad en la zona.
Detrás de la “disputa de porteadores” de la versión oficial, se encuentra la hostilidad entre supuestas ‘bandas’ que quieren hacerse con el control del bulto de mercancías. Figuras dentro del comercio atípico que no son porteadores, pero tampoco ‘plantos’ –quienes controlan las colas y asisten a la Policía Nacional–, y embolsándose suculentas cantidades de dinero –unos mil euros a repartir entre cuatro personas–.  Según fuentes oficiosas, esta pugna provocó que ayer tres ceutíes resultasen heridos por un arma. Por la mañana, antes de que volasen las balas, el presunto agresor increpó a las tres víctimas porque no conseguía que, los fardos con la marca que trabaja, cruzasen el puente del Biutz. Según relataron los testigos, estos tres ceutíes acaparaban el flujo de porteadores con los bultos señalizados con otro distintivo.
La respuesta al supuesto pistolero fue violenta ya que, según las mismas voces, le propinaron una paliza. La venganza estaba en marcha y, cuando la UIP del Cuerpo Nacional despejó la calle del ‘muro o el río’, el presuntamente apaleado fue en busca de quienes le humillaron, en esta ocasión, portando un arma de fuego.
En el interior del almacén 65 B se encontraba un grupo de personas entre los cuales estaban los tres ceutíes que, en breves instantes, se convertirían en los afectados por la ráfaga de proyectiles. El presunto atacante arremetió contra los presentes y se marchó del lugar sin que, hasta el cierre de esta edición, haya trascendido su detención. No obstante, fuentes fidedignas apuntaron a que, en la tarde de ayer, pudo haber cruzado la frontera a Marruecos donde, según la Delegación del Gobierno, está fijada su residencia, aunque viviría en Ceuta desde hace tiempo.
La escena fue dantesca. Quienes los acompañaban los sacaron al exterior y les dejaron fuera del almacén. “El que tenía el tiro en el pecho no dejaba de echar sangre por la boca”, describió uno de los testigos de lo que podría haber sido una masacre en el Tarajal. El reguero de sangre que dejó uno de ellos, que avanzó por su propio pie o bien fue llevado en volandas hasta la entrada a los polígonos, denotaba la gravedad de las heridas que sufrieron.
Otras fuentes apuntan a que la rivalidad entre el ahora supuesto agresor y las víctimas viene de lejos por un incidente sucedido en los polígonos


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