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Un año del ébola: hay unidades de aislamiento de alto nivel pero siguen faltando avances
Lun 05 Oct 2015, 11:49
La repatriación en el verano de 2014 de dos misioneros españoles que habían contraído el ébola en Liberia y Sierra Leona y la posterior infección de la auxiliar de enfermería Teresa Romero en España, la primera contagiada fuera de África, pusieron de manifiesto las deficiencias existentes en el país para tratar enfermedades infectocontagiosas. Un año después se han implantado numerosas mejoras, pero aún faltan cosas por hacer.
Una de las cuestiones que quedó clara es que no había sido buena idea cerrar la unidad de alertas del Hospital Carlos III de Madrid, la UCI o los servicios de microbiología, decisión que la Comunidad había tomado a principios de aquel año. Las medidas se enmarcaban en el plan de ahorro por el que el centro de referencia para pandemias y enfermedades emergentes se convertiría en un centro para enfermos crónicos y de larga estancia. Cuando Sanidad decidió repatriar al misionero Miguel Pajares, hubo que recuperar y mejorar las instalaciones a la carrera.
"Ya durante la crisis se hicieron tres habitaciones más espaciosas y siguen operativas", explica a este diario Jose Ramón Arribas, jefe de la Unidad de Enfermedades Infecciosas del Servicio de Medicina Interna de La Paz, centro al que está adscrito el Carlos III.
Esas habitaciones se encuentran en la sexta planta, en la que se está creando una Unidad de Aislamiento de Alto Nivel. "Esas unidades existían en otros países de Europa y en Estados Unidos, pero en España no las teníamos. Están preparadas para atender enfermedades infecciosas de alta mortalidad como puede ser el ébola", prosigue el doctor. Esa área, que se espera que esté operativa en breve, contará con dos estancias y un laboratorio específico. "Están diseñadas para atender a un número muy pequeño de pacientes", justifica Arribas. No obstante no será la única en territorio español. A ella se unirán otras seis, situadas en centros de Zaragoza, Sevilla, Barcelona, Valencia, San Sebastián y Santa Cruz de Tenerife. Entre todas sumarán una veintena de plazas.
"Habrá cámaras en las habitaciones y un circuito que las controle, algo que en el momento que ingresó Teresa Romero no había o no funcionaba", añade África Díaz. Esta delegada del CSI-F continúa relatando que en las esclusas, que serán más grandes, se colocará un cristal que permita ver todo lo que ocurra en la estancia donde antes había un ojo de buey y se instalarán duchas descontaminantes. Las ventanas de las estancias tendrán además cristales pixelados, que impidan ver lo que ocurre dentro. La idea es preservar la intimidad de los pacientes y evitar imágenes como las que se publicaron de Teresa Romero. Estas habitaciones serán además "polivalentes", pudiéndose realizar en ellas intervenciones quirúrgicas o atender partos, en el caso de enfermas gestantes.
Personal específico
"Las instalaciones han mejorado sustancialmente en cuanto a la amplitud de las habitaciones y el tipo de mecanización que tiene la unidad, pero si bien la estructura es muy importante, también lo es el personal", incide el doctor Arribas. Habrá así más de 120 profesionales, que en circunstancias normales trabajarán en las tareas rutinarias del hospital pero que en caso de alarma atenderán a los pacientes que ingresen en esa unidad. "Tendrán una formación continuada específica en este tipo de enfermedades y en el manejo de equipos y harán simulacros", anuncia el doctor Arribas, quien reconoce que la crisis del ébola que sufrió España les pilló "con un nivel de formación que no era el óptimo".
Tampoco fueron las más indicadas algunas de las pautas que establecían los protocolos, ahora más preventivos. "Ya no se espera a que el enfermo alcance 38,6 de fiebre para sospechar que tiene ébola. Ahora se le aísla en cuanto tiene febrícula [unas décimas]", afirma Isabel Lozano, secretaria de Organización y Comunicación del Sindicato de Técnicos de Enfermería.
Reformas también en el Hospital de Alcorcón
El Hospital de Alcorcón también ha experimentado cambios. Teresa Romero fue trasladada allí antes de ingresar en el Carlos III. Fue confinada en una habitación contigua al control de Urgencias, la misma que se utilizaba para enfermos de psiquiatría y presos de la cárcel de Navalcarnero. La estancia no estaba preparada para acoger un caso de infección por virus altamente contagioso y carecía de sistemas estancos o de presión negativa para impedir la propagación del agente por el aire.
Hoy, esa dependencia se ha transformado en un auténtico box de aislamiento en cuya puerta figuran los carteles "prohibido el paso" y "acceso restringido". Frente a esta se sitúa el cuarto de residuos, para el personal de limpieza.
Sus metros cuadrados son los mismos (unos 35), pero la sala ha sido dividida en tres partes. La primera es la denominada 'zona sucia' o de acceso. La segunda, que cuenta con dos espejos de cuerpo entero, está destinada a que los profesionales se pongan y se quiten el traje protector. Solo después podrán entrar en la tercera, donde se sitúa la cama, una unidad básica de medición de constantes vitales y un sillón.
El problema del box es su ubicación: para llegar se deben atravesar la admisión y el control de Urgencias, además de pasar junto a las salas de espera de Pediatría Infantil o Traumatología. No existe un pasillo independiente. "Se hizo así porque no había otro sitio y porque es solo para casos extraordinarios. En teoría, un paciente con ébola o una enfermedad similar no pasaría por aquí, sino que iría directamente al Carlos III", detallan fuentes del hospital.
Otros puntos por corregir
La crisis vivida hace un año sirvió también como punto de inflexión en el transporte de pacientes. La ambulancia que se empleó para trasladar a Teresa Romero de su casa al Hospital de Alcorcón era convencional y no disponía del equipo necesario. "Las empresas se han parado a recapacitar sobre los riesgos a los que están expuestas y las medidas que hay que tener", indica Alejandra Sobrino, miembro de la Federación de Servicios a la Ciudadanía de CC OO y responsable de Transporte sanitario. "Fue un punto de inicio para luchar por los adecuados protocolos y protecciones, pero en un año no se han acabado de perfilar", lamenta.
La representante sindical afirma que cuentan con pautas de cómo actuar en caso de estar expuestos a cualquier enfermedad infectocontagiosa, pero aún quedan cuestiones por limar en cuanto a los protocolos de desinfección del vehículo y en el suministro de equipos de protección. Alejandra Sobrino considera que esos problemas podrían solucionarse si hubiese una coordinación entre la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid y las empresas privadas que gestionan el servicio de transporte sanitario.
La visión de Safe Urgencias, la contrata que se encargó del traslado de la auxiliar de enfermería de su domicilio al Hospital de Alcorcón, es muy distinta: "El ébola nos sirvió para poner en valor que estamos preparados para asumir una situación de este tipo". Fuentes de la empresa argumentan que si se les encargó el traslado del primer fallecido, Miguel Pajares, y la limpieza de las habitaciones en las que los infectados estuvieron, fue porque tenían "el personal entrenado y con el equipo necesario".
Las mismas fuentes resaltan que cuentan con ambulancias específicas para el traslado de enfermos infecciosos y que si no se utilizó una de ellas en el caso de la auxiliar de enfermería fue porque nadie les comunicó que se tratase de un enfermo de dichas características. "La ambulancia que mandamos es la que el médico solicita", se defienden.
La sucesión de acontecimientos ocurridos hace un año desembocó en críticas, exigencias de depuración de responsabilidades e incluso denuncias, judiciales y ante la inspección de trabajo. Sindicatos, profesionales y expertos detectaron relajación, errores de protocolo, falta de información, de formación y de medios, descoordinación… Ahora se muestran más o menos satisfechos con lo conseguido, pero muchos se quejan: "Parece que mentira que hubiera que llegar a casos como el de Terea Romero para que las cosas mejorasen".
Excálibur volvería a ser sacrificado
La mascota de Teresa Romero y Javier Limón fue sacrificada en base a una resolución de la Comunidad de Madrid, ratificada por un juez dado que su dueño no permitía al operativo entrar en la casa. Al perro se le practicó la eutanasia pese a la oposición de expertos y miles de personas que pedían su aislamiento para ver antes si estaba enfermo.
Desde entonces, nada ha cambiado en materia de protección de animales en este tipo de casos. "Si volviese a pasar el tema de Excálibur estamos prácticamente en la misma situación. Teóricamente deberíamos aprender de nuestros errores, como fue sacrificar a un animal sin ningún tipo de necesidad, pero no hemos avanzado nada", lamenta Carlos Rodríguez, el veterinario al que Javier le otorgó la custodia de su mascota en aquel momento, al estar él en cuarentena.
Los abogados expertos en derecho animal Víctor Valladares, fundador de Loganlex, y Nuria Menéndez de Llano, directora del departamento legal del Observatorio Justicia y Defensa Animal, coinciden en destacar que no hay modificaciones legislativas ni ningún protocolo de actuación que en circunstancias similares preservase la vida del animal como prioridad.
Por el contrario, tras la polémica generada por la muerte de Excálibur, el Gobierno aprobó un plan de contingencia que establece que "se procederá a la eutanasia de los casos probables de infección de virus de ébola en perros".
Fuente: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]=AD-15&xts=467263" target="_blank" rel="nofollow">http://www.20minutos.es/noticia/2570205/0/un-ano-ebola/aislamiento-alto-nivel/falta-mejoras-ambulancias/[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]=AD-15&xts=467263
Una de las cuestiones que quedó clara es que no había sido buena idea cerrar la unidad de alertas del Hospital Carlos III de Madrid, la UCI o los servicios de microbiología, decisión que la Comunidad había tomado a principios de aquel año. Las medidas se enmarcaban en el plan de ahorro por el que el centro de referencia para pandemias y enfermedades emergentes se convertiría en un centro para enfermos crónicos y de larga estancia. Cuando Sanidad decidió repatriar al misionero Miguel Pajares, hubo que recuperar y mejorar las instalaciones a la carrera.
"Ya durante la crisis se hicieron tres habitaciones más espaciosas y siguen operativas", explica a este diario Jose Ramón Arribas, jefe de la Unidad de Enfermedades Infecciosas del Servicio de Medicina Interna de La Paz, centro al que está adscrito el Carlos III.
Esas habitaciones se encuentran en la sexta planta, en la que se está creando una Unidad de Aislamiento de Alto Nivel. "Esas unidades existían en otros países de Europa y en Estados Unidos, pero en España no las teníamos. Están preparadas para atender enfermedades infecciosas de alta mortalidad como puede ser el ébola", prosigue el doctor. Esa área, que se espera que esté operativa en breve, contará con dos estancias y un laboratorio específico. "Están diseñadas para atender a un número muy pequeño de pacientes", justifica Arribas. No obstante no será la única en territorio español. A ella se unirán otras seis, situadas en centros de Zaragoza, Sevilla, Barcelona, Valencia, San Sebastián y Santa Cruz de Tenerife. Entre todas sumarán una veintena de plazas.
"Habrá cámaras en las habitaciones y un circuito que las controle, algo que en el momento que ingresó Teresa Romero no había o no funcionaba", añade África Díaz. Esta delegada del CSI-F continúa relatando que en las esclusas, que serán más grandes, se colocará un cristal que permita ver todo lo que ocurra en la estancia donde antes había un ojo de buey y se instalarán duchas descontaminantes. Las ventanas de las estancias tendrán además cristales pixelados, que impidan ver lo que ocurre dentro. La idea es preservar la intimidad de los pacientes y evitar imágenes como las que se publicaron de Teresa Romero. Estas habitaciones serán además "polivalentes", pudiéndose realizar en ellas intervenciones quirúrgicas o atender partos, en el caso de enfermas gestantes.
Personal específico
"Las instalaciones han mejorado sustancialmente en cuanto a la amplitud de las habitaciones y el tipo de mecanización que tiene la unidad, pero si bien la estructura es muy importante, también lo es el personal", incide el doctor Arribas. Habrá así más de 120 profesionales, que en circunstancias normales trabajarán en las tareas rutinarias del hospital pero que en caso de alarma atenderán a los pacientes que ingresen en esa unidad. "Tendrán una formación continuada específica en este tipo de enfermedades y en el manejo de equipos y harán simulacros", anuncia el doctor Arribas, quien reconoce que la crisis del ébola que sufrió España les pilló "con un nivel de formación que no era el óptimo".
Tampoco fueron las más indicadas algunas de las pautas que establecían los protocolos, ahora más preventivos. "Ya no se espera a que el enfermo alcance 38,6 de fiebre para sospechar que tiene ébola. Ahora se le aísla en cuanto tiene febrícula [unas décimas]", afirma Isabel Lozano, secretaria de Organización y Comunicación del Sindicato de Técnicos de Enfermería.
Reformas también en el Hospital de Alcorcón
El Hospital de Alcorcón también ha experimentado cambios. Teresa Romero fue trasladada allí antes de ingresar en el Carlos III. Fue confinada en una habitación contigua al control de Urgencias, la misma que se utilizaba para enfermos de psiquiatría y presos de la cárcel de Navalcarnero. La estancia no estaba preparada para acoger un caso de infección por virus altamente contagioso y carecía de sistemas estancos o de presión negativa para impedir la propagación del agente por el aire.
Hoy, esa dependencia se ha transformado en un auténtico box de aislamiento en cuya puerta figuran los carteles "prohibido el paso" y "acceso restringido". Frente a esta se sitúa el cuarto de residuos, para el personal de limpieza.
Sus metros cuadrados son los mismos (unos 35), pero la sala ha sido dividida en tres partes. La primera es la denominada 'zona sucia' o de acceso. La segunda, que cuenta con dos espejos de cuerpo entero, está destinada a que los profesionales se pongan y se quiten el traje protector. Solo después podrán entrar en la tercera, donde se sitúa la cama, una unidad básica de medición de constantes vitales y un sillón.
El problema del box es su ubicación: para llegar se deben atravesar la admisión y el control de Urgencias, además de pasar junto a las salas de espera de Pediatría Infantil o Traumatología. No existe un pasillo independiente. "Se hizo así porque no había otro sitio y porque es solo para casos extraordinarios. En teoría, un paciente con ébola o una enfermedad similar no pasaría por aquí, sino que iría directamente al Carlos III", detallan fuentes del hospital.
Otros puntos por corregir
La crisis vivida hace un año sirvió también como punto de inflexión en el transporte de pacientes. La ambulancia que se empleó para trasladar a Teresa Romero de su casa al Hospital de Alcorcón era convencional y no disponía del equipo necesario. "Las empresas se han parado a recapacitar sobre los riesgos a los que están expuestas y las medidas que hay que tener", indica Alejandra Sobrino, miembro de la Federación de Servicios a la Ciudadanía de CC OO y responsable de Transporte sanitario. "Fue un punto de inicio para luchar por los adecuados protocolos y protecciones, pero en un año no se han acabado de perfilar", lamenta.
La representante sindical afirma que cuentan con pautas de cómo actuar en caso de estar expuestos a cualquier enfermedad infectocontagiosa, pero aún quedan cuestiones por limar en cuanto a los protocolos de desinfección del vehículo y en el suministro de equipos de protección. Alejandra Sobrino considera que esos problemas podrían solucionarse si hubiese una coordinación entre la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid y las empresas privadas que gestionan el servicio de transporte sanitario.
La visión de Safe Urgencias, la contrata que se encargó del traslado de la auxiliar de enfermería de su domicilio al Hospital de Alcorcón, es muy distinta: "El ébola nos sirvió para poner en valor que estamos preparados para asumir una situación de este tipo". Fuentes de la empresa argumentan que si se les encargó el traslado del primer fallecido, Miguel Pajares, y la limpieza de las habitaciones en las que los infectados estuvieron, fue porque tenían "el personal entrenado y con el equipo necesario".
Las mismas fuentes resaltan que cuentan con ambulancias específicas para el traslado de enfermos infecciosos y que si no se utilizó una de ellas en el caso de la auxiliar de enfermería fue porque nadie les comunicó que se tratase de un enfermo de dichas características. "La ambulancia que mandamos es la que el médico solicita", se defienden.
La sucesión de acontecimientos ocurridos hace un año desembocó en críticas, exigencias de depuración de responsabilidades e incluso denuncias, judiciales y ante la inspección de trabajo. Sindicatos, profesionales y expertos detectaron relajación, errores de protocolo, falta de información, de formación y de medios, descoordinación… Ahora se muestran más o menos satisfechos con lo conseguido, pero muchos se quejan: "Parece que mentira que hubiera que llegar a casos como el de Terea Romero para que las cosas mejorasen".
Excálibur volvería a ser sacrificado
La mascota de Teresa Romero y Javier Limón fue sacrificada en base a una resolución de la Comunidad de Madrid, ratificada por un juez dado que su dueño no permitía al operativo entrar en la casa. Al perro se le practicó la eutanasia pese a la oposición de expertos y miles de personas que pedían su aislamiento para ver antes si estaba enfermo.
Desde entonces, nada ha cambiado en materia de protección de animales en este tipo de casos. "Si volviese a pasar el tema de Excálibur estamos prácticamente en la misma situación. Teóricamente deberíamos aprender de nuestros errores, como fue sacrificar a un animal sin ningún tipo de necesidad, pero no hemos avanzado nada", lamenta Carlos Rodríguez, el veterinario al que Javier le otorgó la custodia de su mascota en aquel momento, al estar él en cuarentena.
Los abogados expertos en derecho animal Víctor Valladares, fundador de Loganlex, y Nuria Menéndez de Llano, directora del departamento legal del Observatorio Justicia y Defensa Animal, coinciden en destacar que no hay modificaciones legislativas ni ningún protocolo de actuación que en circunstancias similares preservase la vida del animal como prioridad.
Por el contrario, tras la polémica generada por la muerte de Excálibur, el Gobierno aprobó un plan de contingencia que establece que "se procederá a la eutanasia de los casos probables de infección de virus de ébola en perros".
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