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Localización : Tierra de España
Aquí no se cuela ni Dios
Mar 29 Sep 2015, 02:20
28/09/5
En La Condomina no se cuela ni Dios
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Los 56 vigilantes de seguridad del coso tienen como misión que todo transcurra con normalidad: nadie entra embriagado o sin localidad
Estamos en Murcia y no en Sevilla, por eso al vendedor de almohadillas Juan Tello le sorprende que se deje entrar a la afición con seras llenas y neveras portátiles. Allí en La Maestranza eso no se ve. «Es que no tiene nada que ver una cosa y la otra», decía, sin intención de desmerecer, el nieto de El Tello, quien fuera durante 9 años conductor de Paquirri por las plazas de toda España y por las que llegó a ganar el título de 'Volante de Oro'. No me digan que eso no es arte. Y el joven sigue con su soniquete de Sevilla: «Allí se respeta al novillero solo por ponerse delante de un toro. Y reina un silencio que no se puede ni siquiera criticar, ni comer pipas casi». Si hubiera que establecer algún paralelismo, digamos que La Condomina gana a Sevilla en espontaneidad.
Ahora, en la plaza de los Bernal es imposible que haya polizones. Lo dice el jefe de seguridad de la plaza desde hace 24 años, Juan Francisco Perales Jiménez, del Grupo Corsys. Cincuenta y seis personas componen estos días el equipo de seguridad vigilando las ocho puertas por las que pueden acceder los aficionados a los grandes festejos como el de ayer, en el que el primer susto vino con el revolcón de El Fandi en el primero de su lote, que apenas se notó al verlo manejar el capote. Aseguraba Perales que a La Condomina no puede acceder gente «en malas condiciones» (bebido se entiende) y sin entrada; en cada puerta hay dos auxiliares que controlan los tornos y cortan las entradas, y un vigilante de seguridad. Quedan advertidos: difícil es ver a un toro por la patilla.
Lo que ayer sí se vio en La Condomina fue otro aluvión de cehegineros, que podía haber sido mayor si se hubiera conocido antes que el paisano sustituía a El Cordobés por lesión. El coche de los muertos dio parte del acontecimiento y anunciaba la buena nueva por todas las calles del pueblo. El torero se pasó por la mañana por el convento de San Esteban para pedirle a la patrona de Cehegín, la Virgen de las Maravillas -de cuya hermandad su madre, Maravillas Fernández («vale más que cien toreros, es un sol», aseguraban sus conocidas), es vicepresidenta-. Y en el convento de las dominicas de la plaza de Santa Ana llevaban toda la mañana «dale perico al torno», entre ellas Sor Teresa, tía del diestro. Hay que ver cómo se identifica Cehegín con su héroe taurino; casi todos conocen su vida y milagros, como si fuera Jesucristo. Que toreó tres veces como novillero en Murcia, que debutó con caballos y cortó tres orejas -como en su alternativa-, que corría en los encierros de Moratalla con su capotito y que siendo un renacuajo vació su alcancía para comprarle a un vecino un macho cabrío que le sirvió como entretenimiento y con el que colmó sus aspiraciones infantiles de convertirse alguna vez en matador.
«Tenía sus cuernos y todo e iba dando pasos para allá y para acá y los primos le gritaban ¡olé! y él encantado, lógicamente», recordaban Cati Fernández, su tía, y Ana Muñoz, vecina de uno de los protagonistas de esta feria taurina. La gente de Cehegín le quiere, si no no se explica que cuando toreó en Madrid le siguieran siete autobuses del pueblo. María Mata y Rosa Ruiz son la confirmación de que, por el roce, las cuñadas acaban pareciéndose físicamente; creía que eran mellizas. Pero lo que tienen en común, amén de los lazos familiares, es la devoción por el chiquillo torero. «Somos, como decimos, sus 'fanes' número uno, o sus palmeras, que también es importante para un torero recibir aplausos de ánimo cuando las cosas se tuercen».
Puerta no comió ayer empedrado para salir al ruedo, porque hubiera sido el colmo. Una sopita y poco más, suponía el corrillo de la novia, Alicia Ponce. Ya tuvo tiempo de almorzar el martes en el bar Alias de la carretera de El Palmar, donde celebró con su guía e ídolo Pepín Liria el triunfo del lunes en su alternativa. Antonio Murcia, El Alias, y su sobrina María Dolores Abellán lo corroboraban: «Tomaron unos langostinos del Mar Menor y carne a la brasa, riquísima. Allí también tenemos buen ambiente estos días y hacemos lo posible para que no se pierda este amor por la fiesta», decían.
De Badajoz es el decorador de abanicos que tiene su chiringuito en Ronda de Garay: Joaquín Martínez, apasionado de la arquitectura, guarda en su bolso un encargo para una aficionada con el imafronte de la Catedral de Murcia. Un capricho de 20 euros, personalizado, que se está vendiendo «regulín». Ya a punto de jubilarse, después de haberse dedicado a todo, es la pintura y el toreo lo que le da la vida «y me hace feliz».
¿Toros o 'cabricas'?
«¡Que no! ¡Que yo no me gasto 70 euros en ver estas cabricas!», me dijo, entre malhumorado y endemoniado, un testigo de la tarde, en la que echando un vistazo generoso casi había más gente al sol que a la sombra. Todos expectantes ante López Simón, descalzo y ágil, dándole al toro en el lomo para que respondiera a sus demandas. Muchos aficionados le veían en Murcia por vez primera como es el caso de Ángel Serrano, de la floristería Virginia del Barrio del Progreso, que cada vez que sube la 'Morenica' en romería le suelta 14 capazos de pétalos de rosas. Uno detrás de otro, durante 10 minutos, por pura devoción. Y esa imagen le iba y le venía, curiosamente, en plena faena del madrileño. Al entrar a matar se escuchó un «¡al rico hielo!» y falló, claro. «¡Cállate hombre ya!», le replicó un seguidor, y con razón. Y a la segunda, en su sitio, el coso fue un clamor. «No se la darán, pero en Murcia pasa de todo», rechistaban en un palco. Y la oreja se la dieron. Y Ángel y los de la peña de Los Hermanos de Lo Pagán estaban por entonces saciados de torta de chicharrones, de pasteles y empanadas de Espinosa (en el grupo iba Mariano Barba, hermano de Ángel Barba, «el señorito de la barra», como le llaman). Y entre pecho y espalda ahí iban para adentro como un coladero las «botellas de incógnito» de güisqui y ginebra. ¡Qué sería de la fiesta sin el arrechucho!
Por cierto, recordando a Ortega Cano, qué 'a gustico' estaban en el burladero consistorial los populares Lola Sánchez y Roque Ortiz, con el concejal de Ciudadanos Francisco Javier Trigueros, que venía de oficiar su primera boda civil en el Salón de Plenos. Los afortunados, pensemos que para bien, eran un guardia civil y la hermana del vocal de C's en La Ñora. Y Puerta ya en su primera faena tenía atónitos a Andrés Carrillo, consejero de Hacienda y Administración Pública, y a la alcaldesa de Puerto Lumbreras, María Ángeles Túnez. Y cómo se les quedó el cuerpo tras ver al monosabio empeñarse hasta caerse del caballo. Qué merecido fue el aplauso tras el mal trago. Al público se lo dedicó el ceheginero, que estira los brazos hasta llegar donde pocos. Qué temple ante los pitones. Qué cerca se pone. Y cuánto quiere vivir de esto. Emocionante fue el grito de «torero» de la afición al cortar dos orejas, por su limpieza y elegancia, por cuadrarse como un grande. Si nada ni nadie lo impide el triunfador tiene nombre.
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Estamos en Murcia y no en Sevilla, por eso al vendedor de almohadillas Juan Tello le sorprende que se deje entrar a la afición con seras llenas y neveras portátiles. Allí en La Maestranza eso no se ve. «Es que no tiene nada que ver una cosa y la otra», decía, sin intención de desmerecer, el nieto de El Tello, quien fuera durante 9 años conductor de Paquirri por las plazas de toda España y por las que llegó a ganar el título de 'Volante de Oro'. No me digan que eso no es arte. Y el joven sigue con su soniquete de Sevilla: «Allí se respeta al novillero solo por ponerse delante de un toro. Y reina un silencio que no se puede ni siquiera criticar, ni comer pipas casi». Si hubiera que establecer algún paralelismo, digamos que La Condomina gana a Sevilla en espontaneidad.
Ahora, en la plaza de los Bernal es imposible que haya polizones. Lo dice el jefe de seguridad de la plaza desde hace 24 años, Juan Francisco Perales Jiménez, del Grupo Corsys. Cincuenta y seis personas componen estos días el equipo de seguridad vigilando las ocho puertas por las que pueden acceder los aficionados a los grandes festejos como el de ayer, en el que el primer susto vino con el revolcón de El Fandi en el primero de su lote, que apenas se notó al verlo manejar el capote. Aseguraba Perales que a La Condomina no puede acceder gente «en malas condiciones» (bebido se entiende) y sin entrada; en cada puerta hay dos auxiliares que controlan los tornos y cortan las entradas, y un vigilante de seguridad. Quedan advertidos: difícil es ver a un toro por la patilla.
Lo que ayer sí se vio en La Condomina fue otro aluvión de cehegineros, que podía haber sido mayor si se hubiera conocido antes que el paisano sustituía a El Cordobés por lesión. El coche de los muertos dio parte del acontecimiento y anunciaba la buena nueva por todas las calles del pueblo. El torero se pasó por la mañana por el convento de San Esteban para pedirle a la patrona de Cehegín, la Virgen de las Maravillas -de cuya hermandad su madre, Maravillas Fernández («vale más que cien toreros, es un sol», aseguraban sus conocidas), es vicepresidenta-. Y en el convento de las dominicas de la plaza de Santa Ana llevaban toda la mañana «dale perico al torno», entre ellas Sor Teresa, tía del diestro. Hay que ver cómo se identifica Cehegín con su héroe taurino; casi todos conocen su vida y milagros, como si fuera Jesucristo. Que toreó tres veces como novillero en Murcia, que debutó con caballos y cortó tres orejas -como en su alternativa-, que corría en los encierros de Moratalla con su capotito y que siendo un renacuajo vació su alcancía para comprarle a un vecino un macho cabrío que le sirvió como entretenimiento y con el que colmó sus aspiraciones infantiles de convertirse alguna vez en matador.
«Tenía sus cuernos y todo e iba dando pasos para allá y para acá y los primos le gritaban ¡olé! y él encantado, lógicamente», recordaban Cati Fernández, su tía, y Ana Muñoz, vecina de uno de los protagonistas de esta feria taurina. La gente de Cehegín le quiere, si no no se explica que cuando toreó en Madrid le siguieran siete autobuses del pueblo. María Mata y Rosa Ruiz son la confirmación de que, por el roce, las cuñadas acaban pareciéndose físicamente; creía que eran mellizas. Pero lo que tienen en común, amén de los lazos familiares, es la devoción por el chiquillo torero. «Somos, como decimos, sus 'fanes' número uno, o sus palmeras, que también es importante para un torero recibir aplausos de ánimo cuando las cosas se tuercen».
Puerta no comió ayer empedrado para salir al ruedo, porque hubiera sido el colmo. Una sopita y poco más, suponía el corrillo de la novia, Alicia Ponce. Ya tuvo tiempo de almorzar el martes en el bar Alias de la carretera de El Palmar, donde celebró con su guía e ídolo Pepín Liria el triunfo del lunes en su alternativa. Antonio Murcia, El Alias, y su sobrina María Dolores Abellán lo corroboraban: «Tomaron unos langostinos del Mar Menor y carne a la brasa, riquísima. Allí también tenemos buen ambiente estos días y hacemos lo posible para que no se pierda este amor por la fiesta», decían.
De Badajoz es el decorador de abanicos que tiene su chiringuito en Ronda de Garay: Joaquín Martínez, apasionado de la arquitectura, guarda en su bolso un encargo para una aficionada con el imafronte de la Catedral de Murcia. Un capricho de 20 euros, personalizado, que se está vendiendo «regulín». Ya a punto de jubilarse, después de haberse dedicado a todo, es la pintura y el toreo lo que le da la vida «y me hace feliz».
¿Toros o 'cabricas'?
«¡Que no! ¡Que yo no me gasto 70 euros en ver estas cabricas!», me dijo, entre malhumorado y endemoniado, un testigo de la tarde, en la que echando un vistazo generoso casi había más gente al sol que a la sombra. Todos expectantes ante López Simón, descalzo y ágil, dándole al toro en el lomo para que respondiera a sus demandas. Muchos aficionados le veían en Murcia por vez primera como es el caso de Ángel Serrano, de la floristería Virginia del Barrio del Progreso, que cada vez que sube la 'Morenica' en romería le suelta 14 capazos de pétalos de rosas. Uno detrás de otro, durante 10 minutos, por pura devoción. Y esa imagen le iba y le venía, curiosamente, en plena faena del madrileño. Al entrar a matar se escuchó un «¡al rico hielo!» y falló, claro. «¡Cállate hombre ya!», le replicó un seguidor, y con razón. Y a la segunda, en su sitio, el coso fue un clamor. «No se la darán, pero en Murcia pasa de todo», rechistaban en un palco. Y la oreja se la dieron. Y Ángel y los de la peña de Los Hermanos de Lo Pagán estaban por entonces saciados de torta de chicharrones, de pasteles y empanadas de Espinosa (en el grupo iba Mariano Barba, hermano de Ángel Barba, «el señorito de la barra», como le llaman). Y entre pecho y espalda ahí iban para adentro como un coladero las «botellas de incógnito» de güisqui y ginebra. ¡Qué sería de la fiesta sin el arrechucho!
Por cierto, recordando a Ortega Cano, qué 'a gustico' estaban en el burladero consistorial los populares Lola Sánchez y Roque Ortiz, con el concejal de Ciudadanos Francisco Javier Trigueros, que venía de oficiar su primera boda civil en el Salón de Plenos. Los afortunados, pensemos que para bien, eran un guardia civil y la hermana del vocal de C's en La Ñora. Y Puerta ya en su primera faena tenía atónitos a Andrés Carrillo, consejero de Hacienda y Administración Pública, y a la alcaldesa de Puerto Lumbreras, María Ángeles Túnez. Y cómo se les quedó el cuerpo tras ver al monosabio empeñarse hasta caerse del caballo. Qué merecido fue el aplauso tras el mal trago. Al público se lo dedicó el ceheginero, que estira los brazos hasta llegar donde pocos. Qué temple ante los pitones. Qué cerca se pone. Y cuánto quiere vivir de esto. Emocionante fue el grito de «torero» de la afición al cortar dos orejas, por su limpieza y elegancia, por cuadrarse como un grande. Si nada ni nadie lo impide el triunfador tiene nombre.
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