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El viejo HUCA, paraíso grafitero
Lun 17 Ago 2015, 10:53
17/08/15
El viejo HUCA, paraíso grafitero
Los 17 edificios que conforman el viejo hospital son custodiados por un exiguo equipo de vigilancia
Diecisiete edificios en pie para apenas dos o tres vigilantes. Es la situación del viejo HUCA, un inmenso conglomerado de inmuebles, cercado por un perímetro de seguridad para evitar robos. Lo que no ha conseguido el recinto, de momento, es salvarse de las pintadas. Las paredes del inmenso y viejo HUCA, según testigos, se han convertido en un paraíso grafitero.
Desde que cerró sus puertas --no del todo--, el viejo HUCA es un hospital fantasma. Sin luz ni agua, con algunas excepciones para quienes aún permanecen en alguno de sus edificios, este inmenso holding de bloques de hormigón está siendo custodiado por un exiguo equipo de vigilantes de seguridad.
La Asociación de Vigilantes de Seguridad Privada de Asturias (Avisa) recuerda que el viejo HUCA aún mantiene actividad. Sigue operativo, por ejemplo, la lavandería, el almacén, el banco de sangre y tejidos, en un edificio contiguo, y acoge también el antiguo hospital a los investigadores de la Fundación Biosanitaria que aguardan ansiosos su nueva ubicación.
Los 17 edificios del recinto de El Cristo, ahora casi totalmente vacío, son custodiados por dos vigilantes en turnos de doce horas con un refuerzo de un vigilante más de lunes a viernes de 8.00 a 20.00 horas. Por las noches, para todo el complejo, dos vigilantes se encargan de vagar por los ahora vacíos pasillos del HUCA.
"Kilómetros hacen un montón", señala Jorge Cuesta, presidente de Avispa. "Las distancias son larguísimas porque vigilan interior y exterior y utilizan además las linternas de dotación porque no hay luz", añade. Los vigilantes tienen que fichar además en distintos puntos de control que se han repartido por el complejo y que permiten comprobar si han pasado por las diferentes áreas sujetas a seguridad.
Miedo
¿Miedo? El presidente de Avispa cree que no. Cierto es que durante la vida activa del HUCA sucedieron, como en todos los hospitales, hechos trágicos, la pérdida de miles de vidas humanas. Los vigilantes, sin embargo, están acostumbrados. "No sé si puede despertar cierta sugestión, yo creo que las muertes acontecidas en el HUCA no deberían incidir en la labor de vigilancia", comenta Cuesta.
Al poco de cerrar, se registraron en el antiguo hospital varios intentos de robo que, al menos en los últimos meses, no se han repetido. Lo que sí sucede con cierta frecuencia es que se han producido inundaciones en los sótanos por la acción de gamberros que abren las bocas de incendios de consultas externas con el único propósito de divertirse. También por la rotura de alguna tubería. "Lo que más destaca es que se ha convertido en paraíso de grafiteros", comenta el presidente de Avispa.
De puertas para adentro
¿Qué alberga aún el hospital? Resulta difícil determinarlo. La Consejería de Sanidad había encargado en su día a una empresa externa la realización de un inventario completo de todos los bienes. Los más útiles iban a ser redistribuidos por la red hospitalaria, los menos podrían ser donados a distintas oenegés. Éste era el plan inicial pero de sus resultados, al menos de momento, no se ha informado.
"Sigue habiendo un montón de material almacenado. Sillas, colchones, camas, no se han trasladado", comenta Jorge Cuesta.
Actualmente el hospital aparece cercado por un perímetro de seguridad. Quienes desean acceder al recinto debe portar una tarjeta identificativa expedida por el responsable de seguridad y mantenimiento.
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El viejo HUCA, paraíso grafitero
Los 17 edificios que conforman el viejo hospital son custodiados por un exiguo equipo de vigilancia
Diecisiete edificios en pie para apenas dos o tres vigilantes. Es la situación del viejo HUCA, un inmenso conglomerado de inmuebles, cercado por un perímetro de seguridad para evitar robos. Lo que no ha conseguido el recinto, de momento, es salvarse de las pintadas. Las paredes del inmenso y viejo HUCA, según testigos, se han convertido en un paraíso grafitero.
Desde que cerró sus puertas --no del todo--, el viejo HUCA es un hospital fantasma. Sin luz ni agua, con algunas excepciones para quienes aún permanecen en alguno de sus edificios, este inmenso holding de bloques de hormigón está siendo custodiado por un exiguo equipo de vigilantes de seguridad.
La Asociación de Vigilantes de Seguridad Privada de Asturias (Avisa) recuerda que el viejo HUCA aún mantiene actividad. Sigue operativo, por ejemplo, la lavandería, el almacén, el banco de sangre y tejidos, en un edificio contiguo, y acoge también el antiguo hospital a los investigadores de la Fundación Biosanitaria que aguardan ansiosos su nueva ubicación.
Los 17 edificios del recinto de El Cristo, ahora casi totalmente vacío, son custodiados por dos vigilantes en turnos de doce horas con un refuerzo de un vigilante más de lunes a viernes de 8.00 a 20.00 horas. Por las noches, para todo el complejo, dos vigilantes se encargan de vagar por los ahora vacíos pasillos del HUCA.
"Kilómetros hacen un montón", señala Jorge Cuesta, presidente de Avispa. "Las distancias son larguísimas porque vigilan interior y exterior y utilizan además las linternas de dotación porque no hay luz", añade. Los vigilantes tienen que fichar además en distintos puntos de control que se han repartido por el complejo y que permiten comprobar si han pasado por las diferentes áreas sujetas a seguridad.
Miedo
¿Miedo? El presidente de Avispa cree que no. Cierto es que durante la vida activa del HUCA sucedieron, como en todos los hospitales, hechos trágicos, la pérdida de miles de vidas humanas. Los vigilantes, sin embargo, están acostumbrados. "No sé si puede despertar cierta sugestión, yo creo que las muertes acontecidas en el HUCA no deberían incidir en la labor de vigilancia", comenta Cuesta.
Al poco de cerrar, se registraron en el antiguo hospital varios intentos de robo que, al menos en los últimos meses, no se han repetido. Lo que sí sucede con cierta frecuencia es que se han producido inundaciones en los sótanos por la acción de gamberros que abren las bocas de incendios de consultas externas con el único propósito de divertirse. También por la rotura de alguna tubería. "Lo que más destaca es que se ha convertido en paraíso de grafiteros", comenta el presidente de Avispa.
De puertas para adentro
¿Qué alberga aún el hospital? Resulta difícil determinarlo. La Consejería de Sanidad había encargado en su día a una empresa externa la realización de un inventario completo de todos los bienes. Los más útiles iban a ser redistribuidos por la red hospitalaria, los menos podrían ser donados a distintas oenegés. Éste era el plan inicial pero de sus resultados, al menos de momento, no se ha informado.
"Sigue habiendo un montón de material almacenado. Sillas, colchones, camas, no se han trasladado", comenta Jorge Cuesta.
Actualmente el hospital aparece cercado por un perímetro de seguridad. Quienes desean acceder al recinto debe portar una tarjeta identificativa expedida por el responsable de seguridad y mantenimiento.
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