SEAT Martorell: una factoría ‘blindada’

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Desde su constitución en 1950, la Sociedad Española de Automóviles de Turismo (SEAT) ha motorizado a distintas generaciones de españoles con modelos de tanta aceptación como el recordado 600 –fabricado entre 1957 y 1973– o el no menos popular Ibiza. Precisamente, este último fue el elegido por el rey Juan Carlos en 1986 para regalárselo al entonces príncipe Felipe con motivo de su 18 cumpleaños.

Tanto el 600 como la primera generación del Ibiza fueron producidos en la planta de la Zona Franca, cuya actividad arrancó en noviembre de 1953 con el ensamblaje del primer SEAT: el elegante sedán 1400, especialmente valorado por los cuerpos oficiales del Estado y por los taxistas de la época. Cuatro décadas después, la histórica fábrica barcelonesa cedió el testigo a la más moderna de Martorell, levantada en 34 meses gracias a una inversión de casi 1.500 millones de euros.

Referente industrial

La factoría ocupa una superficie de 2,8 millones de metros cuadrados –equivalente a 400 campos de fútbol–, da empleo a cerca de 11.000 personas –entre ellas, 900 ingenieros del Centro Técnico, en el que se conciben los automóviles de la compañía– y de la misma salen diariamente más de 2.000 vehículos –el 80 por ciento de la producción se exporta a 75 países–. Y no sólo con el logotipo de la marca española. En el periodo 1995-2003 fabricó los modelos Polo y Caddy de Volkswagen y, actualmente, en su cadena de montaje también se produce el Q3 de Audi –ambas firmas, como SEAT, integradas en el Grupo Volkswagen–.

Al llegar a la planta de Martorell, desde el acceso principal puede verse, ubicado junto al edificio corporativo, un centro de asistencia médica. Pero no es el único. Tal y como revela Miguel Merino, director de Seguridad de SEAT y cicerone de excepción durante nuestra visita a la fábrica, “en las instalaciones existen varios destacamentos sanitarios y disponemos de una ambulancia medicalizada para reaccionar con prontitud ante cualquier caso urgente que se pueda presentar”.




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Ana Borredá, directora de Seguritecnia, y Miguel Merino, director de Seguridad de SEAT, en el acceso principal de la factoría barcelonesa de Martorell.

Llegado el momento de acceder a la factoría, el personal de seguridad privada nos solicita poner la réflex a buen recaudo. En Martorell está prohibido hacer fotografías. Y no solamente quienes la visitan. Nuestro anfitrión muestra su Blackberry y podemos comprobar que la cámara del teléfono está deshabilitada. Pero, lejos de ser un capricho del departamento dirigido por Merino, la medida tiene su lógica: preservar tanto la actividad como la propiedad intelectual en la mayor fábrica de automoción de nuestro país.

Proceso de producción

Una vez en el complejo, iniciamos la visita en el Taller 1, junto a la línea de montaje del SEAT Ibiza. Allí comienza la fabricación de las tres carrocerías del modelo y aunque trabajadores haberlos, haylos, lo cierto es que en tan gigantesca nave pasan desapercibidos y cobran protagonismo los robots. En Martorell hay un total de 2.173 máquinas en continuo movimiento que, mediante una peculiar coreografía, realizan todo tipo de procesos, desde estampaciones hasta soldaduras. Y entre ellos encontramos zonas en las que se llevan a cabo controles aleatorios para comprobar que todo cuanto se materializa en la cadena se ajusta a los estándares de calidad. De no ser así, las piezas son desechadas de la fase de producción.

Como el horario es limitado y conocer Martorell a fondo requeriría varios días, a continuación nos trasladamos al Taller 10, donde concluye el montaje de los automóviles. En él se produce el matrimonio entre la carrocería y las partes mecánicas –motor, transmisión, suspensiones, etc.–, mientras que el resto del conjunto –puertas, asientos, tapicerías…– es rematado en una línea en la que, ahora sí, vemos más operarios. Por cierto, muchos de ellos son mujeres. Algo nada extraño si se tiene en cuenta que el 22 por ciento del personal que trabaja en Martorell es femenino. Un porcentaje muy superior al del resto del sector del automóvil, que se reduce al 11 por ciento del total.

Ejemplo de sostenibilidad

Antes de regresar al edificio corporativo, Miguel Merino nos muestra el proyecto SEAT al Sol. Completado a finales de 2013, el mismo se basa en casi 53.000 paneles solares instalados sobre las cubiertas de los talleres y las campas de almacenamiento provisional de vehículos. Los 276.000 metros cuadrados de superficie ocupada, equivalentes a 40 campos de fútbol, han convertido a la fábrica de Martorell en un ejemplo de sostenibilidad en la industria de la automoción a nivel mundial.

El año pasado, la producción media de esta gigantesca planta fotovoltaica fue de 17 millones de kWh, similar al consumo eléctrico de unas 4.000 viviendas o el 17 por ciento de la energía necesaria para producir la última generación del modelo León. Además, gracias a SEAT al Sol, la compañía española evita anualmente la emisión de 8.000 toneladas de dióxido de carbono a la atmósfera, cantidad similar a la que absorbe el Central Park de Nueva York.




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Entre las soluciones eficientes implantadas en Martorell también destacan las dos líneas ferroviarias de 40 kilómetros para trasladar vehículos al puerto de Barcelona y recibir componentes procedentes de la Zona Franca. Ambas reducen los desplazamientos de camión en unos 50.000 trayectos anuales y evitan la emisión de 2.000 toneladas de dióxido de carbono. Con este tipo de iniciativas, SEAT pretende contribuir al compromiso medioambiental del Grupo Volkswagen, que prevé reducir el consumo energético de sus factorías en un 25 por ciento en el periodo 2010-2018.

La seguridad, vital

Ya en las oficinas de Martorell, Miguel Merino nos explica que “la seguridad es muy importante para SEAT. Y lo es por dos razones fundamentales: las personas y sus bienes. Tan en serio se toma la compañía este asunto que el departamento de Seguridad depende directamente de presidencia”, recalca. Y al preguntarle si la política de seguridad de la empresa española está alineada con la del Grupo Volkswagen, Merino responde afirmativamente y añade que “en SEAT, además, contamos con profesionales de gran valor que han debido afrontar situaciones muy relevantes en el ámbito de la seguridad. Por ejemplo, garantizar la protección del rey Felipe, que visitó Martorell en diciembre de 2014 y pudo reencontrarse con el Ibiza que le regaló su padre hace 29 años”.

Pero, lejos de ser conformista, nuestro interlocutor manifiesta que a medio plazo –entre tres y cinco años– “el objetivo es que este departamento de Seguridad sea reconocido como uno de los mejores de España y del Grupo Volkswagen. Siempre he sido muy exigente y deseo que nuestra labor sea sinónimo de excelencia. Obviamente, quedan cosas por hacer pero tenemos un nivel muy bueno y estoy rodeado de magníficos profesionales. Confío en que dentro de un tiempo llegue el reconocimiento que perseguimos”.


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