Los siete pecados capitales

Los siete pecados capitales del vigilante de seguridad

1º- El conformismo.

El conformismo es un rasgo que compartimos la mayoría de los vigilantes, no nos importa los más mínimo lo que le ocurra a mis compañeros ni al sector, mientras a mi me vaya moderadamente bien.

2º- El pasotismo.

Generalmente tenemos algunos brotes de ira cuando nos enteramos de las ilegalidades que comete con nosotros la empresa de seguridad para la que trabajamos, o cuando se acaba de firmar un nuevo convenio colectivo, que por lo general nos perjudica.

Una vez pasado los primeros impulsos los vigilantes normalmente pasamos olímpicamente del tema con alguna típica frase hecha. (Ej. Total a mi no me toca, no se puede hacer nada, todos los sindicatos son iguales, etc.)

3º  La desidia.

En multitud de ocasiones somos nosotros mismos los que tiramos piedras en contra de nuestro sector, ver la energía con la que algunos compañeros desempeñan su trabajo o ver la uniformidad de otros, son claros ejemplos de cómo a veces nuestra desidia nos hace un daño impresionante.

4º Servilismo.

Los vigilantes de seguridad parece que no nos damos cuenta de que trabajamos para nuestra empresa, y no para el cliente donde estaos asignados.

Parece que poco nos importa si “nuestro cliente” nos manda cientos de cosas, que no están dentro de nuestras labores, pues estamos encantados de cumplirlas total de permanecer en el servicio.

Todas estas acciones son las que acostumbran a los ciudadanos de a pie a vernos como, los recaderos de turnos y los serenos ocasionales.

5º-  El egoísmo.

El egoísmo es una de las enfermedades más peligrosas que tiene la humanidad, y por desgracia está muy presente dentro de nuestro sector.

Los vigilantes estamos más preocupados de quitarle el puesto al compañero o de criticarle, cuando lo que de verdad debiera importarnos a todos es de ser mejores compañeros y de nuestra propia formación.

6º-  La soberbia.

Cuando actuamos de cara al público muchas veces cometemos el error  de hacerlo con una soberbia extrema, y no nos damos cuenta de que aún teniendo razón no deberíamos actuar así, pues la gente se quedará con esa imagen de nosotros y la asociará a todos los demás vigilantes.

7º- La mentira.

En muchos de los centros en los que hemos estado,  hemos observado como se ha estropeado el servicio (que llevaba muchos años estable) por que las mentiras se convirtieron en el pan de cada día.

Mentimos al cliente que estamos asignados, mentimos a los clientes que frecuentan el centro, y lo más importante nos mentimos entre compañeros.

Vivir sin filosofar, es propiamente, tener los ojos cerrados, sin tratar de abrirlos jamás.
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El escrito tiene miga y de la buena, ya que me siento identificado en todos los puntos para mi satisfacción de haberlos cometido en algún que otro servicio.
lo siento , pediré disculpas mea culpa.