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Un Hannibal Lecter aislado en Teixeiro.El preso mas peligroso de España.
Sáb 01 Dic 2018, 23:02
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Se llama Fabrizio João, tiene 36 años, mide cerca de dos metros, pesa más de cien kilos, suma condenas que superan los 60 años y lleva dos y medio recluido en la prisión de Teixeiro sin tener contacto con ser humano alguno, porque la última vez que lo tuvo envió a OCHO FUNCIONARIOS AL HOSPITAL. Dos de ellos estuvieron a punto de morir.
Desde que hizo aquello en el 2016, en la prisión del Puerto de Santa María (Cádiz),permanece en el módulo de aislamiento del centro penitenciario de Teixeiro. Solo en una celda. Sin reclusos a su lado, porque hace tres años mató a uno. Puede salir al patio de 9 a 12 de la mañana, pero también lo hace solo. Los funcionarios, a través de pantallas, le van abriendo las puertas de manera automática y a distancia camino del recreo. Así lleva dos años y medio, sin hablar con nadie.
Cuando necesita algo o tiene alguna queja, que las tiene, lo hace a través de una carta que remite a la dirección.
Es tal el miedo que infunde que se le ha apodado el Hannibal Lecter de las cárceles españolas. Fabrizio João Silva Ribeiro es natural de Guinea-Bisáu. Ingresó por primera vez en prisión hace una década,cuando fue condenado a 22 años por violar y asestar 25 puñaladas a su novia.
En la cárcel de Córdoba mató a un compañero, por lo que fue castigado con 17 años más de encierro.
Propinó tantas patadas y puñetazos a aquel interno que los médicos nada pudieron hacer para salvarle la vida.
Tras aquello, no hace más que viajar de cárcel en cárcel. Instituciones Penitenciarias lo lleva y trae de un sitio a otro, siempre en primer grado. Pero ni con esas. En El Puerto de Santa María volvió a mostrar su lado sanguinario. Los ocho funcionarios que acudieron a su celda -siempre iban muchos- terminaron en el hospital. Fue entonces cuando lo trasladaron a Teixeiro, donde, por el momento, no tuvo sanción disciplinaria alguna.
Fabrizio sale solo al patio y pasa 21 horas al día en un habitáculo austero de diez metros cuadrados con muebles de escayola. Dentro, el convicto dispone de una cama, un plato de ducha, un váter, un pequeño escritorio, un armario para la ropa y un interfono para ponerse en contacto con el personal carcelario. Además de una puerta de plancha metálica, la seguridad exige una segunda. En el módulo de aislamiento de la cárcel de Teixeiro cumplen condena más presos. Pero ni lo han visto. Todos son peligrosos -por eso están ahí-, pero ninguno como Fabrizio.
Capaz de hacerle un nudo al mazo de una baraja, este guineano no necesita más armas que sus manos para matar, si bien es cierto que en el Puerto de Santa María utilizó un pincho artesanal para atacar a los funcionarios. A uno de ellos se lo clavó en el cuello.
Las imágenes de aquel ataque se han hecho ahora virales porque se han filtrado para llamar la atención sobre la «escasa» seguridad con la que cuentan los funcionarios de prisiones, que llevan meses reclamando medidas. Porque ellos no pueden llevar más que un pantalón, una camisa y una corbata para tratar a diario con reclusos semejantes. Ni siquiera unos guantes gruesos, pues solo pueden llevarlos de látex. Esto contrasta con la equipación de la Guardia Civil, la encargada de los traslados entre prisiones o entre la cárcel y el juzgado. Lo hacen con chalecos y fuertemente armados. Pero no solo ese es el problema de los trabajadores de prisiones. El sindicato Acaip, mayoritario entre los funcionarios, denuncia falta de personal, de seguridad y de medios en las cárceles. Piden más medios humanos y materiales ante una situación que está poniendo en riesgo su integridad física y también la de los internos.
El delegado, Pedro Vázquez, pone el ejemplo del ingreso de Iñaki Urdangarin, que fue trasladado a la cárcel de Brieva, en Ávila, donde está en un modulo especial por seguridad. Su presencia ha desencadenado cambios en los turnos.
Los sindicatos denuncian continuas agresiones de internos a los funcionarios «porque la plantilla se ha quedado corta y no existe un protocolo de riesgos ajustado», destaca el sindicalista Pedro Vázquez.
Se llama Fabrizio João, tiene 36 años, mide cerca de dos metros, pesa más de cien kilos, suma condenas que superan los 60 años y lleva dos y medio recluido en la prisión de Teixeiro sin tener contacto con ser humano alguno, porque la última vez que lo tuvo envió a OCHO FUNCIONARIOS AL HOSPITAL. Dos de ellos estuvieron a punto de morir.
Desde que hizo aquello en el 2016, en la prisión del Puerto de Santa María (Cádiz),permanece en el módulo de aislamiento del centro penitenciario de Teixeiro. Solo en una celda. Sin reclusos a su lado, porque hace tres años mató a uno. Puede salir al patio de 9 a 12 de la mañana, pero también lo hace solo. Los funcionarios, a través de pantallas, le van abriendo las puertas de manera automática y a distancia camino del recreo. Así lleva dos años y medio, sin hablar con nadie.
Cuando necesita algo o tiene alguna queja, que las tiene, lo hace a través de una carta que remite a la dirección.
Es tal el miedo que infunde que se le ha apodado el Hannibal Lecter de las cárceles españolas. Fabrizio João Silva Ribeiro es natural de Guinea-Bisáu. Ingresó por primera vez en prisión hace una década,cuando fue condenado a 22 años por violar y asestar 25 puñaladas a su novia.
En la cárcel de Córdoba mató a un compañero, por lo que fue castigado con 17 años más de encierro.
Propinó tantas patadas y puñetazos a aquel interno que los médicos nada pudieron hacer para salvarle la vida.
Tras aquello, no hace más que viajar de cárcel en cárcel. Instituciones Penitenciarias lo lleva y trae de un sitio a otro, siempre en primer grado. Pero ni con esas. En El Puerto de Santa María volvió a mostrar su lado sanguinario. Los ocho funcionarios que acudieron a su celda -siempre iban muchos- terminaron en el hospital. Fue entonces cuando lo trasladaron a Teixeiro, donde, por el momento, no tuvo sanción disciplinaria alguna.
Fabrizio sale solo al patio y pasa 21 horas al día en un habitáculo austero de diez metros cuadrados con muebles de escayola. Dentro, el convicto dispone de una cama, un plato de ducha, un váter, un pequeño escritorio, un armario para la ropa y un interfono para ponerse en contacto con el personal carcelario. Además de una puerta de plancha metálica, la seguridad exige una segunda. En el módulo de aislamiento de la cárcel de Teixeiro cumplen condena más presos. Pero ni lo han visto. Todos son peligrosos -por eso están ahí-, pero ninguno como Fabrizio.
Capaz de hacerle un nudo al mazo de una baraja, este guineano no necesita más armas que sus manos para matar, si bien es cierto que en el Puerto de Santa María utilizó un pincho artesanal para atacar a los funcionarios. A uno de ellos se lo clavó en el cuello.
Las imágenes de aquel ataque se han hecho ahora virales porque se han filtrado para llamar la atención sobre la «escasa» seguridad con la que cuentan los funcionarios de prisiones, que llevan meses reclamando medidas. Porque ellos no pueden llevar más que un pantalón, una camisa y una corbata para tratar a diario con reclusos semejantes. Ni siquiera unos guantes gruesos, pues solo pueden llevarlos de látex. Esto contrasta con la equipación de la Guardia Civil, la encargada de los traslados entre prisiones o entre la cárcel y el juzgado. Lo hacen con chalecos y fuertemente armados. Pero no solo ese es el problema de los trabajadores de prisiones. El sindicato Acaip, mayoritario entre los funcionarios, denuncia falta de personal, de seguridad y de medios en las cárceles. Piden más medios humanos y materiales ante una situación que está poniendo en riesgo su integridad física y también la de los internos.
El delegado, Pedro Vázquez, pone el ejemplo del ingreso de Iñaki Urdangarin, que fue trasladado a la cárcel de Brieva, en Ávila, donde está en un modulo especial por seguridad. Su presencia ha desencadenado cambios en los turnos.
Los sindicatos denuncian continuas agresiones de internos a los funcionarios «porque la plantilla se ha quedado corta y no existe un protocolo de riesgos ajustado», destaca el sindicalista Pedro Vázquez.
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Re: Un Hannibal Lecter aislado en Teixeiro.El preso mas peligroso de España.
Sáb 01 Dic 2018, 23:53
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El 'Hannibal Lecter' de las cárceles españolas: por qué Fabrizio aterroriza a presos y funcionarios
Menos sutil que el personaje de cine pero con un instinto criminal irrefenable, está considerado por muchos como el preso más peligroso. Pesa 120 kilos, mide 1,80 m. y lo han trasladado desde Cádiz, donde trató de matar a cinco funcionarios, hasta A Coruña.
Al módulo 15 de la prisión Puerto III (El Puerto de Santa María, Cádiz) se accede en furgón de la Guardia Civil. Al condenado que va dentro directamente se le conduce al Quince, el temido departamento de régimen interno al que sólo van a purgarse los delincuentes más desalmados: etarras, islamistas radicales, capos de la mafia, asesinos reincidentes… Por él pasó Ioan Clamparu, Cabeza de cerdo -el mayor traficante de mujeres de Europa- y allí aún permanece recluido Iñaki Bilbao Goikoetxea, el miembro de ETA que asesinó al edil socialista Juan Priede y que intentó recomponer la banda desde prisión.
El 22 de noviembre de 2015 Fabrizio Joao Silva Ribeiro, de Guinea Bissau, ingresó a esta zona aislada del resto de la instalación penitenciaria. Por segunda vez, tras un breve paso en 2014, recalaba allí el preso más peligroso de los 70.000 internos que hay en el país. Había vuelto el demonio de los presidios españoles. Con su retorno al Quince temblaron hasta los barrotes de las celdas.
Fabrizio Joao, de 32 años, fue el único convicto que viajó en aquella furgoneta que procedía del penal sevillano de Morón de la Frontera, también de alta seguridad. Allí, donde cumplía dos condenas, solicitaron su traslado después de que apuñalara con una pletina metálica a un funcionario.
La primera de esas condenas, de 22 años, se la impusieron por matar en Bilbao a su novia, a la que le asestó 25 puñaladas después de violarla y asfixiarla. Fue en 2004. La segunda, de 17 años, fue por acabar con un reo casi tan violento como él dentro de la cárcel de Córdoba. Lo hizo en 2014. Le quitó la vida en el baño. Propinó tantas patadas y puñetazos a aquel interno que los médicos nada pudieron hacer para salvarle la vida. Tras aquel incidente fue trasladado por primera vez a Puerto III desde la ciudad califal.
El pasado noviembre, este guineano, hijo de Antonio y Filomena, llegó esposado por la espalda al módulo de régimen cerrado de la prisión gaditana. Dentro del penal se dice que El Quince es la cárcel de las cárceles. Allí los presos desayunan, comen y cenan dentro de las celdas, apenas ven la luz del sol dos o tres horas al día (en función de su comportamiento) y su contacto con otros presos se reduce a salir en pareja al patio o a los gritos que se dan entre sí a través de las rejas de las ventanas.
TRASLADO DE PELÍCULA
Durante el trayecto entre las prisiones de Morón y El Puerto, a Fabrizio lo acompañó un grupo especial de la Benemérita. Los agentes, armados hasta las cejas, no le quitaron el ojo de encima en ningún instante. Temían que en un descuido intentara una fuga, o que les agrediera y tratara de amotinarse.
Al llegar a Puerto III, además de la barrera de entrada, el furgón cruzó tres rastrillos. Se trata de puertas correderas que sólo se abren cuando la anterior queda totalmente cerrada. Luego, a pie, Fabrizio debió pasar dos rastrillos más. En un patio muerto, sin salida, le esperaba una pareja de funcionarios de prisiones, quienes tragaron saliva al ver de nuevo a aquel hombretón de 120 kilos, metro ochenta, piel color ébano, gruesos labios y cabeza rasurada.
Fabrizio ingresó en la celda 60, un habitáculo austero de diez metros cuadrados con muebles de escayola. Dentro, el convicto dispone de una cama, un plato de ducha, un váter, un pequeño escritorio, un armario para la ropa y un interfono para ponerse en contacto con el personal carcelario. Afuera, en la galería del módulo, varias cámaras vigilan 24 horas al día.
Además de la puerta habitual de entrada a la celda, de plancha metálica y con mirilla a la altura de la cabeza, la seguridad exige una segunda. Los funcionarios de prisiones la llaman cangrejo porque tiene barrotes y se abre y se cierra cuando lo necesitan. Sirve para que los internos no puedan abalanzarse contra ellos cuando se acciona la apertura del primer portón.
Ocho meses después de su retorno a Puerto III, el preso más peligroso del país no pudo contener su instinto asesino. Durante ese tiempo, entre algún porro fumado o alguna pastilla tomada para apaciguar la fiera que lleva dentro, amenazaba a diario a los empleados del penal. En un parco castellano, les prometía cortarles la cabeza y hacer añicos sus cuerpos. La mañana del 21 de julio se propuso hacerlo. Ese día, cuando se producía un registro rutinario de su celda, mandó a cinco funcionarios al hospital. A uno le rajó el cuello, a otro le partió la dentadura... Sólo la suerte y la rápida actuación de una compañera los mantuvo vivos.
TRES MINUTOS DE PÁNICO
Ocurrió temprano, cuando el reloj marcaba las nueve de la mañana. Antes, Fabrizio Joao había tomado un café y una rebanada de pan con mantequilla y mermelada. Hasta le dio los buenos días al funcionario que le entregó una bandeja con el desayuno a través de la ranura horizontal que hay en el portón metálico de su celda, situado a la altura de la cadera. Poco después de llenar el estómago, cuando tocaba que cada preso limpiara su habitáculo, la chispa prendió en el fornido guineano y el interno entró en cólera.
Como cada día, cinco funcionarios desarmados y sólo provistos de un walkie acudieron a cachear a Fabrizio para registrar su celda en busca de pinchos hechos a mano y entregarle los bártulos para que la limpiara. Con él se extremaban las medidas de seguridad. Con cualquier otro preso del Quince ese mismo trabajo lo hace una pareja de empleados de Puerto III. Pero no con el reo más violento del país.
Cuando uno de los empleados del penal portuense examinó un pequeño macuto del interno, parecido a un morral, el reo se abalanzó sobre él. En la mano llevaba una fina placa de hierro de 10 centímetros de longitud y dos de anchura. La había extraído de la suela de uno de sus zapatos. Con ella le rajó el cuello.
Tras el ataque, los cuatro compañeros del agredido trataron de reducir al interno. Pero les fue imposible. “Entre todos no podían con él”, cuentan fuentes del penal. Fabrizio soltaba codazos y puñetazos por doquier. “Fueron tres minutos de pánico”, explican.
El preso, que logró zafarse de sus oponentes, llegó a salir a la galería central del módulo. Aturdido y asfixiado por la excitación del lance, los funcionarios malheridos lograron salvar la vida gracias a la rápida intervención de la vigilante de seguridad del Quince.
Ella, testigo de lo sucedido fuera de la celda gracias a las cámaras de vigilancia, consiguió dejar enjaulado a Fabrizio accionando el cierre de dos barreras corredizas que cruzan la galería central de un lado a otro. Primero cerró la que el reo tenía a su espalda. Luego, mientras sus compañeros reculaban con la ayuda de una silla de plástico que usaron como escudo, cerró la otra y dejó aislado al preso.
“JAMÁS MUESTRA ARREPENTIMIENTO”
Tras el incidente, a Fabrizio Joao Silva Ribeiro se le trasladó a la prisión gallega de alta seguridad de Texeiro, en A Coruña. Los cinco funcionarios se dieron de baja laboral. El parte de daños fue notable: a uno le clavó los brackets en la encía y le partió varios dientes; a otro le hizo un corte en el antebrazo de cuatro centímetros; a un tercero le cortó el cuello y a punto estuvo de seccionarle la vena yugular; a un cuarto le reventó la nariz y se la deformó; un quinto tiene afectados los ligamentos de sus rodillas. Además, todos presentaron contusiones y moratones por distintas zonas del cuerpo.
Fabrizio Joao es un preso de primer grado catalogado como de “peligrosidad extrema” (Ficheros de Internos de Especial Seguimiento 91.3). El sistema carcelario español tiene cerca de 70 reos “especialmente violentos”, explican fuentes del sector. Según funcionarios de Puerto III, este guineano es el más peligroso de todos ellos. Los psicólogos que lo tratan lo hacen en una sala dividida por barrotes, al más puro estilo del caníbal Hannibal Lecter, cuyo personaje encarnó el actor Anthony Hopkins.
Las fuentes consultadas, quienes trabajan en el “vano” intento de reinserción del preso, aseguran que es una persona con tendencia a la violencia y a la agresividad. También explican del reo que “jamás se muestra arrepentido de la conducta dañina que muestra”. Nunca, añaden, quiere colaborar en las terapias de autocontrol.
La particularidad de este interno es que entre los funcionarios que trabajan en El Quince existía la “certeza y la seguridad” de que iba a atentar contras ellos. “Los días previos a la agresión la tensión era muy alta. Su única motivación ahí dentro, y más sabiendo que ha de estar preso hasta 2047, es reventar a cualquiera que tenga cerca”.
"ADONDE VAYA ES UN PROBLEMA"
En el módulo 15 de Puerto III hay 70 celdas individuales. 20 de ellas se dedican a la estancia de los presos de extrema peligrosidad, quienes suelen sufrir “tendencias psicópatas”. Muchos de ellos se tragan muelles, se comen cristales de ventanas…
Uno de los compañeros de Fabrizio Joao hasta que lo trasladaron a Texeiro era Ricardo Santiago Motos, un murciano de 18 años que pesa 130 kilos y mide un metro ochenta. Llegó a la cárcel gaditana el 15 de abril de 2016 procedente de la prisión madrileña de Estremera.
Pocos días antes de su ingreso en Puerto III había agredido a un compañero de cárcel mientras salían en pareja al patio. Lo hizo partiendo en dos el palo de una escoba y atravesándoselo por el cuello. El agredido murió a los veinte días en el hospital. Santiago Motos siempre cuenta a los funcionarios de prisiones que ambos habían discutido porque no quiso darle un cigarro.
Por el módulo 15 de Puerto III, como por el resto de las otras cuatro prisiones de alta seguridad españolas [Soto del Real (Madrid), Morón (Sevilla), Texeiro (Galicia) y Estremera (Madrid)], la rotación de este tipo de presos es continua.
Por esta sección del penal gaditano han pasado varios de los condenados más conocidos del país: desde el mayor traficante de hachís del Estrecho, el ceutí Mohamed Taieb El Nene -ya fallecido-, hasta Mohamed Achraf, el ideólogo del atentado frustrado que una célula islamista quiso cometer a mediados de la década pasada contra la Audiencia Nacional. De este último los empleados de la prisión cuentan que tiene una "inteligencia suprema".
En El Quince aún permanecen dos miembros de ETA que anhelan la vuelta al terrorismo de la banda. Con ellos convivió el encarcelado más temido del país. Uno es Iñaki Bilbao Goikoextea, que asesinó a un edil socialista y amenazó durante el juicio con “pegarle siete tiros y arrancarle la piel a tiras” al magistrado de la Audiencia Nacional Alfonso Guevara. La otra es Arantza Zulueta, la abogada de presos etarras que en un pinchazo telefónico llegó a afirmar: “Si ETA me pide que coja una pistola y mate, lo haré”.
Desde el traslado a Texeiro, a finales de julio, en el módulo 15 de Puerto III los funcionarios trabajan más tranquilos. Sin embargo, alertan de que al preso más temido de España, al que le quedan 21 años de condena, lo que menos le importa es reconducirse. “Vaya adonde vaya, es un problema”, sentencian. "Y su objetivo somos nosotros".
El 'Hannibal Lecter' de las cárceles españolas: por qué Fabrizio aterroriza a presos y funcionarios
Menos sutil que el personaje de cine pero con un instinto criminal irrefenable, está considerado por muchos como el preso más peligroso. Pesa 120 kilos, mide 1,80 m. y lo han trasladado desde Cádiz, donde trató de matar a cinco funcionarios, hasta A Coruña.
Al módulo 15 de la prisión Puerto III (El Puerto de Santa María, Cádiz) se accede en furgón de la Guardia Civil. Al condenado que va dentro directamente se le conduce al Quince, el temido departamento de régimen interno al que sólo van a purgarse los delincuentes más desalmados: etarras, islamistas radicales, capos de la mafia, asesinos reincidentes… Por él pasó Ioan Clamparu, Cabeza de cerdo -el mayor traficante de mujeres de Europa- y allí aún permanece recluido Iñaki Bilbao Goikoetxea, el miembro de ETA que asesinó al edil socialista Juan Priede y que intentó recomponer la banda desde prisión.
El 22 de noviembre de 2015 Fabrizio Joao Silva Ribeiro, de Guinea Bissau, ingresó a esta zona aislada del resto de la instalación penitenciaria. Por segunda vez, tras un breve paso en 2014, recalaba allí el preso más peligroso de los 70.000 internos que hay en el país. Había vuelto el demonio de los presidios españoles. Con su retorno al Quince temblaron hasta los barrotes de las celdas.
Fabrizio Joao, de 32 años, fue el único convicto que viajó en aquella furgoneta que procedía del penal sevillano de Morón de la Frontera, también de alta seguridad. Allí, donde cumplía dos condenas, solicitaron su traslado después de que apuñalara con una pletina metálica a un funcionario.
La primera de esas condenas, de 22 años, se la impusieron por matar en Bilbao a su novia, a la que le asestó 25 puñaladas después de violarla y asfixiarla. Fue en 2004. La segunda, de 17 años, fue por acabar con un reo casi tan violento como él dentro de la cárcel de Córdoba. Lo hizo en 2014. Le quitó la vida en el baño. Propinó tantas patadas y puñetazos a aquel interno que los médicos nada pudieron hacer para salvarle la vida. Tras aquel incidente fue trasladado por primera vez a Puerto III desde la ciudad califal.
El pasado noviembre, este guineano, hijo de Antonio y Filomena, llegó esposado por la espalda al módulo de régimen cerrado de la prisión gaditana. Dentro del penal se dice que El Quince es la cárcel de las cárceles. Allí los presos desayunan, comen y cenan dentro de las celdas, apenas ven la luz del sol dos o tres horas al día (en función de su comportamiento) y su contacto con otros presos se reduce a salir en pareja al patio o a los gritos que se dan entre sí a través de las rejas de las ventanas.
TRASLADO DE PELÍCULA
Durante el trayecto entre las prisiones de Morón y El Puerto, a Fabrizio lo acompañó un grupo especial de la Benemérita. Los agentes, armados hasta las cejas, no le quitaron el ojo de encima en ningún instante. Temían que en un descuido intentara una fuga, o que les agrediera y tratara de amotinarse.
Al llegar a Puerto III, además de la barrera de entrada, el furgón cruzó tres rastrillos. Se trata de puertas correderas que sólo se abren cuando la anterior queda totalmente cerrada. Luego, a pie, Fabrizio debió pasar dos rastrillos más. En un patio muerto, sin salida, le esperaba una pareja de funcionarios de prisiones, quienes tragaron saliva al ver de nuevo a aquel hombretón de 120 kilos, metro ochenta, piel color ébano, gruesos labios y cabeza rasurada.
Fabrizio ingresó en la celda 60, un habitáculo austero de diez metros cuadrados con muebles de escayola. Dentro, el convicto dispone de una cama, un plato de ducha, un váter, un pequeño escritorio, un armario para la ropa y un interfono para ponerse en contacto con el personal carcelario. Afuera, en la galería del módulo, varias cámaras vigilan 24 horas al día.
Además de la puerta habitual de entrada a la celda, de plancha metálica y con mirilla a la altura de la cabeza, la seguridad exige una segunda. Los funcionarios de prisiones la llaman cangrejo porque tiene barrotes y se abre y se cierra cuando lo necesitan. Sirve para que los internos no puedan abalanzarse contra ellos cuando se acciona la apertura del primer portón.
Ocho meses después de su retorno a Puerto III, el preso más peligroso del país no pudo contener su instinto asesino. Durante ese tiempo, entre algún porro fumado o alguna pastilla tomada para apaciguar la fiera que lleva dentro, amenazaba a diario a los empleados del penal. En un parco castellano, les prometía cortarles la cabeza y hacer añicos sus cuerpos. La mañana del 21 de julio se propuso hacerlo. Ese día, cuando se producía un registro rutinario de su celda, mandó a cinco funcionarios al hospital. A uno le rajó el cuello, a otro le partió la dentadura... Sólo la suerte y la rápida actuación de una compañera los mantuvo vivos.
TRES MINUTOS DE PÁNICO
Ocurrió temprano, cuando el reloj marcaba las nueve de la mañana. Antes, Fabrizio Joao había tomado un café y una rebanada de pan con mantequilla y mermelada. Hasta le dio los buenos días al funcionario que le entregó una bandeja con el desayuno a través de la ranura horizontal que hay en el portón metálico de su celda, situado a la altura de la cadera. Poco después de llenar el estómago, cuando tocaba que cada preso limpiara su habitáculo, la chispa prendió en el fornido guineano y el interno entró en cólera.
Como cada día, cinco funcionarios desarmados y sólo provistos de un walkie acudieron a cachear a Fabrizio para registrar su celda en busca de pinchos hechos a mano y entregarle los bártulos para que la limpiara. Con él se extremaban las medidas de seguridad. Con cualquier otro preso del Quince ese mismo trabajo lo hace una pareja de empleados de Puerto III. Pero no con el reo más violento del país.
Cuando uno de los empleados del penal portuense examinó un pequeño macuto del interno, parecido a un morral, el reo se abalanzó sobre él. En la mano llevaba una fina placa de hierro de 10 centímetros de longitud y dos de anchura. La había extraído de la suela de uno de sus zapatos. Con ella le rajó el cuello.
Tras el ataque, los cuatro compañeros del agredido trataron de reducir al interno. Pero les fue imposible. “Entre todos no podían con él”, cuentan fuentes del penal. Fabrizio soltaba codazos y puñetazos por doquier. “Fueron tres minutos de pánico”, explican.
El preso, que logró zafarse de sus oponentes, llegó a salir a la galería central del módulo. Aturdido y asfixiado por la excitación del lance, los funcionarios malheridos lograron salvar la vida gracias a la rápida intervención de la vigilante de seguridad del Quince.
Ella, testigo de lo sucedido fuera de la celda gracias a las cámaras de vigilancia, consiguió dejar enjaulado a Fabrizio accionando el cierre de dos barreras corredizas que cruzan la galería central de un lado a otro. Primero cerró la que el reo tenía a su espalda. Luego, mientras sus compañeros reculaban con la ayuda de una silla de plástico que usaron como escudo, cerró la otra y dejó aislado al preso.
“JAMÁS MUESTRA ARREPENTIMIENTO”
Tras el incidente, a Fabrizio Joao Silva Ribeiro se le trasladó a la prisión gallega de alta seguridad de Texeiro, en A Coruña. Los cinco funcionarios se dieron de baja laboral. El parte de daños fue notable: a uno le clavó los brackets en la encía y le partió varios dientes; a otro le hizo un corte en el antebrazo de cuatro centímetros; a un tercero le cortó el cuello y a punto estuvo de seccionarle la vena yugular; a un cuarto le reventó la nariz y se la deformó; un quinto tiene afectados los ligamentos de sus rodillas. Además, todos presentaron contusiones y moratones por distintas zonas del cuerpo.
Fabrizio Joao es un preso de primer grado catalogado como de “peligrosidad extrema” (Ficheros de Internos de Especial Seguimiento 91.3). El sistema carcelario español tiene cerca de 70 reos “especialmente violentos”, explican fuentes del sector. Según funcionarios de Puerto III, este guineano es el más peligroso de todos ellos. Los psicólogos que lo tratan lo hacen en una sala dividida por barrotes, al más puro estilo del caníbal Hannibal Lecter, cuyo personaje encarnó el actor Anthony Hopkins.
Las fuentes consultadas, quienes trabajan en el “vano” intento de reinserción del preso, aseguran que es una persona con tendencia a la violencia y a la agresividad. También explican del reo que “jamás se muestra arrepentido de la conducta dañina que muestra”. Nunca, añaden, quiere colaborar en las terapias de autocontrol.
La particularidad de este interno es que entre los funcionarios que trabajan en El Quince existía la “certeza y la seguridad” de que iba a atentar contras ellos. “Los días previos a la agresión la tensión era muy alta. Su única motivación ahí dentro, y más sabiendo que ha de estar preso hasta 2047, es reventar a cualquiera que tenga cerca”.
"ADONDE VAYA ES UN PROBLEMA"
En el módulo 15 de Puerto III hay 70 celdas individuales. 20 de ellas se dedican a la estancia de los presos de extrema peligrosidad, quienes suelen sufrir “tendencias psicópatas”. Muchos de ellos se tragan muelles, se comen cristales de ventanas…
Uno de los compañeros de Fabrizio Joao hasta que lo trasladaron a Texeiro era Ricardo Santiago Motos, un murciano de 18 años que pesa 130 kilos y mide un metro ochenta. Llegó a la cárcel gaditana el 15 de abril de 2016 procedente de la prisión madrileña de Estremera.
Pocos días antes de su ingreso en Puerto III había agredido a un compañero de cárcel mientras salían en pareja al patio. Lo hizo partiendo en dos el palo de una escoba y atravesándoselo por el cuello. El agredido murió a los veinte días en el hospital. Santiago Motos siempre cuenta a los funcionarios de prisiones que ambos habían discutido porque no quiso darle un cigarro.
Por el módulo 15 de Puerto III, como por el resto de las otras cuatro prisiones de alta seguridad españolas [Soto del Real (Madrid), Morón (Sevilla), Texeiro (Galicia) y Estremera (Madrid)], la rotación de este tipo de presos es continua.
Por esta sección del penal gaditano han pasado varios de los condenados más conocidos del país: desde el mayor traficante de hachís del Estrecho, el ceutí Mohamed Taieb El Nene -ya fallecido-, hasta Mohamed Achraf, el ideólogo del atentado frustrado que una célula islamista quiso cometer a mediados de la década pasada contra la Audiencia Nacional. De este último los empleados de la prisión cuentan que tiene una "inteligencia suprema".
En El Quince aún permanecen dos miembros de ETA que anhelan la vuelta al terrorismo de la banda. Con ellos convivió el encarcelado más temido del país. Uno es Iñaki Bilbao Goikoextea, que asesinó a un edil socialista y amenazó durante el juicio con “pegarle siete tiros y arrancarle la piel a tiras” al magistrado de la Audiencia Nacional Alfonso Guevara. La otra es Arantza Zulueta, la abogada de presos etarras que en un pinchazo telefónico llegó a afirmar: “Si ETA me pide que coja una pistola y mate, lo haré”.
Desde el traslado a Texeiro, a finales de julio, en el módulo 15 de Puerto III los funcionarios trabajan más tranquilos. Sin embargo, alertan de que al preso más temido de España, al que le quedan 21 años de condena, lo que menos le importa es reconducirse. “Vaya adonde vaya, es un problema”, sentencian. "Y su objetivo somos nosotros".
- SecuryCoolExperto Nivel 6Premio por estar tantos años con nosotrosPremia la antiguedad en el foro
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Mensajes : 768
Fecha de inscripción : 13/05/2018
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Re: Un Hannibal Lecter aislado en Teixeiro.El preso mas peligroso de España.
Dom 02 Dic 2018, 00:06
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[youtube]VGLbdW77_KY[/youtube]
Vídeo: Agresión de un preso a los funcionarios en la cárcel de Puerto III
Nueve de la mañana. Fabrizio Joao Silva, guineano, más de 1,80 de estatura y 120 kilos de peso, está en su celda. En 'El Quince', el módulo donde habitan los más peligrosos. Es un 91.3, un FIES. A su espalda, una condena de 22 años por asesinar a su pareja y otra de 17 por acabar con la vida a golpes y patadas con otro recluso en Alcolea (Córdoba). Es 21 de julio de 2016 y parece estar tranquilo «como un día más».
Como se puede ver en el vídeo que ofrece hoy este periódico, Fabrizio sale de su celda aparentemente tranquilo. En la mano lleva enrollada una toalla. Varios funcionarios lo esperan en lo que se conoce como rastrillo para cachearlo y trasladarlo al patio. Cuando ya se acerca a ellos, hace el gesto de dejar la toalla en una silla pero de repente se revuelve. Saca un pincho de ocho centímetros hecho por él mismo con el estilete de un zapato y se lo clava a uno de los funcionarios en el cuello, a otro en la cara y a otro en el antebrazo. Y así, uno a uno, él solo contra seis con una extrema violencia. «Estaba como loco, obcecado», declararon sus víctimas durante el juicio. Se resiste con patadas y puñetazos. No suelta el pincho. Lo sujeta a modo de puño americano y por cada golpe que da, herida que provoca
[youtube]VGLbdW77_KY[/youtube]
Vídeo: Agresión de un preso a los funcionarios en la cárcel de Puerto III
Nueve de la mañana. Fabrizio Joao Silva, guineano, más de 1,80 de estatura y 120 kilos de peso, está en su celda. En 'El Quince', el módulo donde habitan los más peligrosos. Es un 91.3, un FIES. A su espalda, una condena de 22 años por asesinar a su pareja y otra de 17 por acabar con la vida a golpes y patadas con otro recluso en Alcolea (Córdoba). Es 21 de julio de 2016 y parece estar tranquilo «como un día más».
Como se puede ver en el vídeo que ofrece hoy este periódico, Fabrizio sale de su celda aparentemente tranquilo. En la mano lleva enrollada una toalla. Varios funcionarios lo esperan en lo que se conoce como rastrillo para cachearlo y trasladarlo al patio. Cuando ya se acerca a ellos, hace el gesto de dejar la toalla en una silla pero de repente se revuelve. Saca un pincho de ocho centímetros hecho por él mismo con el estilete de un zapato y se lo clava a uno de los funcionarios en el cuello, a otro en la cara y a otro en el antebrazo. Y así, uno a uno, él solo contra seis con una extrema violencia. «Estaba como loco, obcecado», declararon sus víctimas durante el juicio. Se resiste con patadas y puñetazos. No suelta el pincho. Lo sujeta a modo de puño americano y por cada golpe que da, herida que provoca
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Re: Un Hannibal Lecter aislado en Teixeiro.El preso mas peligroso de España.
Dom 02 Dic 2018, 00:26
No he podido editarlo bien.A ver si lo hago mañana pero tenia ganas de ponerlo.La mente de los asesinos me fascina como a muchas personas.A este posiblemente le conozcamos muchos y mas en el sur.Nacio para matar.Lo llevaba dentro.
Que duda cabe que ser funcionario de prisiones es una profesion de alto riesgo.Ademas tantos años de esfuerzo para pocas plazas y lo dejados de la mano de dios que estan.Y el estado no hace nada.
Entiendo a este gremio porque tambien he llegado a conocer un poco.
Si nos quejamos de la peligrosidad de la SP,teneis que probar a entrar un dia en una prision de lo "mejorcito" de este pais y estar solo un rato.Vereis como vais a dejar de quejaros en dias.
El video no tiene desperdicio.
Mal hecho el tema de dejarlo salir con una toalla en la mano.Yo creo que tal es el miedo que infunde que los funcionarios ya ni piensan.
Que duda cabe que ser funcionario de prisiones es una profesion de alto riesgo.Ademas tantos años de esfuerzo para pocas plazas y lo dejados de la mano de dios que estan.Y el estado no hace nada.
Entiendo a este gremio porque tambien he llegado a conocer un poco.
Si nos quejamos de la peligrosidad de la SP,teneis que probar a entrar un dia en una prision de lo "mejorcito" de este pais y estar solo un rato.Vereis como vais a dejar de quejaros en dias.
El video no tiene desperdicio.
Mal hecho el tema de dejarlo salir con una toalla en la mano.Yo creo que tal es el miedo que infunde que los funcionarios ya ni piensan.
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Re: Un Hannibal Lecter aislado en Teixeiro.El preso mas peligroso de España.
Dom 02 Dic 2018, 12:57
Valla joya el amigo, lo peor de esto, que es un estado aislado cada vez estara peor y peor de la cabeza, tendra horas y horas para pensar y ver como hacer daño al siguiente, y estando en España va salir a la calle eso seguro, no durara mucho pero que sale seguro.
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Re: Un Hannibal Lecter aislado en Teixeiro.El preso mas peligroso de España.
Dom 02 Dic 2018, 21:26
Es increible este monstruo.
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Re: Un Hannibal Lecter aislado en Teixeiro.El preso mas peligroso de España.
Sáb 22 Dic 2018, 12:09
Los trabajadores de Teixeiro, en vilo tras conocer un plan para asesinar a uno.
«Los funcionarios de prisiones tenemos miedo de que nos maten», dicen.
Los funcionarios de la prisión de Teixeiro, en especial los que trabajan en el módulo 13, donde se encuentran los presos más peligrosos, recibieron el pasado 10 de diciembre una carta desde la Dirección General de Instituciones Penitenciarias en la que se les pedía que extremaran las medidas de protección personal, pues habían descubierto un complot de presos yihadistas en el que planeaban matar a un funcionario de prisiones. El cerebro era un árabe recluido en el centro penitenciario. Se ve que es el que manda entre ellos -hay 7 reclusos condenados por terrorismo o captación yihadista en la cárcel de Curtis-, pero los trabajadores jamás sospecharon de que él en concreto podría estar detrás de una operación para matarlos. «Su comportamiento es bueno y hasta educado», según cuentan fuentes de Teixeiro.
Funcionarios de la cárcel no tienen a los árabes radicales como sus principales amenazas. «Se pasan rezando todo el día y no suelen meterse en líos ni peleas», pero tampoco se fían. Sobre todo después de que saliese a la luz un plan para matar a un empleado de Instituciones Penitenciarias. Menos aún confían en otros presos de primer grado. Esos que «saben que morirán en prisión por la acumulación de penas que llevan encima y les da igual todo». Como Fabrizio João Silva, que ahora mismo tiene 34 años y lleva los dos últimos recluido en una celda de aislamiento en Teixeiro sin contacto humano alguno.
El más peligroso de España
En el 2004, en Bilbao, violó y mató a su novia. Le cayeron 22 años. Una década después, en la cárcel de Córdoba, acabó con la vida de un compañero de celda, en el cuarto de baño, a base de patadas y puñetazos. Fue declarado culpable por un jurado popular y condenado a otros 18 años de prisión. En El Puerto de Santa María recuerdan bien su estancia. Durante un registro rutinario de su celda, Fabrizio João Silva intentó matar a cinco funcionarios. Portaba una fina placa de hierro, extraída de la suela del zapato. Le rajó el cuello a uno de ellos. Entre los otros cuatro no eran capaces de contenerlo. A otro le clavó unos brackets y le partió varios dientes. A un segundo le hizo un corte en el antebrazo, a un tercero le reventó la nariz y el quinto, según el parte médico, presentó daños en los ligamentos de sus rodillas. Todos salvaron su vida gracias a la vigilante de seguridad del módulo, que accionó el cierre de dos barreras y enjauló a Fabrizio.
Hay reclusos que ponen trampas a los funcionarios para lesionarlos, como enjabonar todo el suelo de la celda, llamar su atención y, cuando el trabajador llega corriendo, este resbala, momento en el que aprovecha el recluso para darle una brutal paliza. Un episodio similar ocurrió hace unos años en Teixeiro. Esta misma semana, sin ir más lejos, se produjeron dos agresiones a funcionarios en la prisión.
Los que ahí trabajan dicen no poder más con esta situación. Dicen que son «muy pocos y con escasos medios», denuncia Marcial González, coordinador de la plataforma de funcionarios de prisiones Tu abandono me puede matar. Tampoco reciben apoyo, «como se ha visto ahora con esa carta en la que se nos pedía incrementar nuestra propia seguridad». Ni hubo incremento de personal en ese módulo ni cambiaron a trabajadores de puestos. Los tres funcionarios que atienden un recinto con 50 reclusos calificados de primer grado y peligrosos siguen siendo los mismos. Eso sí, ahora ya nadie los amenaza, según Instituciones Penitenciarias. Uno de sus responsables dijo recientemente en el Congreso que se trataba de un bulo, que nadie corría peligro. Pero los funcionarios de prisiones no se lo creen.
Sin medios
Trabajar en los módulos donde están recluidos presos en primer grado o en aislamiento «no es nada fácil». Lo cuenta Marcial González. No ya por la peligrosidad de algunos de los internos, que también, sino por la «inacción de Instituciones Penitenciarias». Se preguntan por qué su equipamiento de seguridad «es ridículo» en comparación con el que portan las fuerzas de Seguridad del Estado. «Son prácticamente guantes de jardinero», denuncian. Y lo peor es que en la mayoría de módulos un solo funcionario se debe ocupar de cerca de un centenar de reclusos. La situación, dicen, «es insostenible». No solo con el cuerpo de funcionarios que se encargan de la vigilancia, sino también con los facultativos o la plantilla profesional.
«Llevamos 12 años con el mismo sueldo y hay 3.400 empleados públicos menos»
La inmensa mayoría de los funcionarios de prisiones se dieron de baja del sindicato al que estaban adscritos para incorporarse a una nueva plataforma que defienda sus derechos. Bajo el nombre Tu abandono me puede matar, hace tiempo que reclaman lo que, dicen, les pertenece. Como un aumento de sueldo, pues llevan 12 años con él congelado. Además, según el propio organismo de Instituciones Penitenciarias, debería haber 3.400 trabajadores más. Otra de las cosas que piden, según recuerda Marcial González, es que se les considere agentes de la autoridad, como a los profesores, médicos o policías. Si así fuera, una agresión a un funcionario de prisiones supondría un delito de atentado. Ahora, «sale gratis pegar a un funcionario».
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«Los funcionarios de prisiones tenemos miedo de que nos maten», dicen.
Los funcionarios de la prisión de Teixeiro, en especial los que trabajan en el módulo 13, donde se encuentran los presos más peligrosos, recibieron el pasado 10 de diciembre una carta desde la Dirección General de Instituciones Penitenciarias en la que se les pedía que extremaran las medidas de protección personal, pues habían descubierto un complot de presos yihadistas en el que planeaban matar a un funcionario de prisiones. El cerebro era un árabe recluido en el centro penitenciario. Se ve que es el que manda entre ellos -hay 7 reclusos condenados por terrorismo o captación yihadista en la cárcel de Curtis-, pero los trabajadores jamás sospecharon de que él en concreto podría estar detrás de una operación para matarlos. «Su comportamiento es bueno y hasta educado», según cuentan fuentes de Teixeiro.
Funcionarios de la cárcel no tienen a los árabes radicales como sus principales amenazas. «Se pasan rezando todo el día y no suelen meterse en líos ni peleas», pero tampoco se fían. Sobre todo después de que saliese a la luz un plan para matar a un empleado de Instituciones Penitenciarias. Menos aún confían en otros presos de primer grado. Esos que «saben que morirán en prisión por la acumulación de penas que llevan encima y les da igual todo». Como Fabrizio João Silva, que ahora mismo tiene 34 años y lleva los dos últimos recluido en una celda de aislamiento en Teixeiro sin contacto humano alguno.
El más peligroso de España
En el 2004, en Bilbao, violó y mató a su novia. Le cayeron 22 años. Una década después, en la cárcel de Córdoba, acabó con la vida de un compañero de celda, en el cuarto de baño, a base de patadas y puñetazos. Fue declarado culpable por un jurado popular y condenado a otros 18 años de prisión. En El Puerto de Santa María recuerdan bien su estancia. Durante un registro rutinario de su celda, Fabrizio João Silva intentó matar a cinco funcionarios. Portaba una fina placa de hierro, extraída de la suela del zapato. Le rajó el cuello a uno de ellos. Entre los otros cuatro no eran capaces de contenerlo. A otro le clavó unos brackets y le partió varios dientes. A un segundo le hizo un corte en el antebrazo, a un tercero le reventó la nariz y el quinto, según el parte médico, presentó daños en los ligamentos de sus rodillas. Todos salvaron su vida gracias a la vigilante de seguridad del módulo, que accionó el cierre de dos barreras y enjauló a Fabrizio.
Hay reclusos que ponen trampas a los funcionarios para lesionarlos, como enjabonar todo el suelo de la celda, llamar su atención y, cuando el trabajador llega corriendo, este resbala, momento en el que aprovecha el recluso para darle una brutal paliza. Un episodio similar ocurrió hace unos años en Teixeiro. Esta misma semana, sin ir más lejos, se produjeron dos agresiones a funcionarios en la prisión.
Los que ahí trabajan dicen no poder más con esta situación. Dicen que son «muy pocos y con escasos medios», denuncia Marcial González, coordinador de la plataforma de funcionarios de prisiones Tu abandono me puede matar. Tampoco reciben apoyo, «como se ha visto ahora con esa carta en la que se nos pedía incrementar nuestra propia seguridad». Ni hubo incremento de personal en ese módulo ni cambiaron a trabajadores de puestos. Los tres funcionarios que atienden un recinto con 50 reclusos calificados de primer grado y peligrosos siguen siendo los mismos. Eso sí, ahora ya nadie los amenaza, según Instituciones Penitenciarias. Uno de sus responsables dijo recientemente en el Congreso que se trataba de un bulo, que nadie corría peligro. Pero los funcionarios de prisiones no se lo creen.
Sin medios
Trabajar en los módulos donde están recluidos presos en primer grado o en aislamiento «no es nada fácil». Lo cuenta Marcial González. No ya por la peligrosidad de algunos de los internos, que también, sino por la «inacción de Instituciones Penitenciarias». Se preguntan por qué su equipamiento de seguridad «es ridículo» en comparación con el que portan las fuerzas de Seguridad del Estado. «Son prácticamente guantes de jardinero», denuncian. Y lo peor es que en la mayoría de módulos un solo funcionario se debe ocupar de cerca de un centenar de reclusos. La situación, dicen, «es insostenible». No solo con el cuerpo de funcionarios que se encargan de la vigilancia, sino también con los facultativos o la plantilla profesional.
«Llevamos 12 años con el mismo sueldo y hay 3.400 empleados públicos menos»
La inmensa mayoría de los funcionarios de prisiones se dieron de baja del sindicato al que estaban adscritos para incorporarse a una nueva plataforma que defienda sus derechos. Bajo el nombre Tu abandono me puede matar, hace tiempo que reclaman lo que, dicen, les pertenece. Como un aumento de sueldo, pues llevan 12 años con él congelado. Además, según el propio organismo de Instituciones Penitenciarias, debería haber 3.400 trabajadores más. Otra de las cosas que piden, según recuerda Marcial González, es que se les considere agentes de la autoridad, como a los profesores, médicos o policías. Si así fuera, una agresión a un funcionario de prisiones supondría un delito de atentado. Ahora, «sale gratis pegar a un funcionario».
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Re: Un Hannibal Lecter aislado en Teixeiro.El preso mas peligroso de España.
Sáb 05 Ene 2019, 16:37
Las puertas de Teixeiro se abren para su preso más peligroso.
El que fue durante dos años y cinco meses el preso más peligroso de Teixeiro, Fabrizio Joao Silva, abandona hoy el centro penitenciario camino del de A Lama, en Pontevedra, donde seguirá en régimen de aislamiento, sin contacto con otros internos.
En cierto sentido, se puede decir que Fabrizio Joao Silva dejará un gran vacío en la prisión de Teixeiro. Y sin embargo, no lo echarán de menos. “Ahora es el problema de los compañeros de A Lama”. En efecto, este guineano que cumple varias condenas de prisión por matar a su pareja (2006), a otro interno en una cárcel de Córdoba a patadas (2014) y haber atacado a puñaladas a varios guardias en Cádiz (2016), se traslada hoy de Teixeiro, donde ha permanecido dos años y cinco meses, a la cárcel pontevedresa de A Lama.
El hueco al que se refieren los funcionarios es la galería uno del módulo 15, diez celdas que hasta ahora ocupaba el guineano en su totalidad. Es tan peligroso que ningún otro interno podía ser encerrado allí, como hacían antes de que llegara, cuando cometía alguna falta. “Los teníamos que meter en Ingresos, así que ese espacio era solo para él”. Es lo normal, tratándose de un preso catalogado como FIES (Fichero de Interno de Especial Seguimiento) 1. Solo existen unos 50 clasificados así en todo el sistema penitenciario.
Durante todo el tiempo que ha permanecido en Teixeiro, Silva no tuvo contacto con ningún otro preso, solo con los guardias que lo cacheaban antes de que saliera al patio vacío. Por lo menos, seis. “La última vez que tuvo que acudir a una videoconferencia éramos catorce”, recuerdan. Aquel sujeto musculado, de más de metro ochenta de alto, y 120 kilos de peso que nunca habla, causa terror. “Es un psicópata”, comentaba uno. Diagnósticos extraoficiales aparte, llama la atención que no hable nunca. “Aunque aquí llevaba tanto que intercambió algunas palabras”, aseguran.
Sin incidentes
Otro rasgo que recordarán de él era el orden extremo que mantenía en su celda. “Tenía todos los papeles en su sitio, alineados con la mesa”, afirman. Un detalle que, para algunos, más que una mente ordenada muestra algún tipo de compulsión. Todos los funcionarios temían alguna clase de estallido por parte del guineano, pero este no ha tenido lugar, a pesar del tiempo transcurrido en Teixeiro. Ni apuñalamientos, ni agresiones, ni siquiera quemar el colchón, aunque eso le resultaba imposible debido a las normas de seguridad extremas que se cumplieron con él.
En el caso de los FIES 1, “Lo normal son seis meses y luego los cambian”, explican los guardias. Esta práctica no tiene ningún objetivo en sí, solo se trata de una especie de forma de compartir la responsabilidad. “Se los cambian como si fueran cromos”, comenta un funcionario.
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El que fue durante dos años y cinco meses el preso más peligroso de Teixeiro, Fabrizio Joao Silva, abandona hoy el centro penitenciario camino del de A Lama, en Pontevedra, donde seguirá en régimen de aislamiento, sin contacto con otros internos.
En cierto sentido, se puede decir que Fabrizio Joao Silva dejará un gran vacío en la prisión de Teixeiro. Y sin embargo, no lo echarán de menos. “Ahora es el problema de los compañeros de A Lama”. En efecto, este guineano que cumple varias condenas de prisión por matar a su pareja (2006), a otro interno en una cárcel de Córdoba a patadas (2014) y haber atacado a puñaladas a varios guardias en Cádiz (2016), se traslada hoy de Teixeiro, donde ha permanecido dos años y cinco meses, a la cárcel pontevedresa de A Lama.
El hueco al que se refieren los funcionarios es la galería uno del módulo 15, diez celdas que hasta ahora ocupaba el guineano en su totalidad. Es tan peligroso que ningún otro interno podía ser encerrado allí, como hacían antes de que llegara, cuando cometía alguna falta. “Los teníamos que meter en Ingresos, así que ese espacio era solo para él”. Es lo normal, tratándose de un preso catalogado como FIES (Fichero de Interno de Especial Seguimiento) 1. Solo existen unos 50 clasificados así en todo el sistema penitenciario.
Durante todo el tiempo que ha permanecido en Teixeiro, Silva no tuvo contacto con ningún otro preso, solo con los guardias que lo cacheaban antes de que saliera al patio vacío. Por lo menos, seis. “La última vez que tuvo que acudir a una videoconferencia éramos catorce”, recuerdan. Aquel sujeto musculado, de más de metro ochenta de alto, y 120 kilos de peso que nunca habla, causa terror. “Es un psicópata”, comentaba uno. Diagnósticos extraoficiales aparte, llama la atención que no hable nunca. “Aunque aquí llevaba tanto que intercambió algunas palabras”, aseguran.
Sin incidentes
Otro rasgo que recordarán de él era el orden extremo que mantenía en su celda. “Tenía todos los papeles en su sitio, alineados con la mesa”, afirman. Un detalle que, para algunos, más que una mente ordenada muestra algún tipo de compulsión. Todos los funcionarios temían alguna clase de estallido por parte del guineano, pero este no ha tenido lugar, a pesar del tiempo transcurrido en Teixeiro. Ni apuñalamientos, ni agresiones, ni siquiera quemar el colchón, aunque eso le resultaba imposible debido a las normas de seguridad extremas que se cumplieron con él.
En el caso de los FIES 1, “Lo normal son seis meses y luego los cambian”, explican los guardias. Esta práctica no tiene ningún objetivo en sí, solo se trata de una especie de forma de compartir la responsabilidad. “Se los cambian como si fueran cromos”, comenta un funcionario.
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